LOS RECUERDOS DEL ABUELO.

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      Esperé a que todos salieran para poder subir al cuarto de mamá y meterme al armario donde guardaba la caja de las fotos de mis abuelos, hacía tres meses que mi querido abuelo Edrick falleció y como la última vez lo dijo "estoy cansado", lo encontramos la mañana siguiente cuando no bajó a tomar su café como acostumbraba a hacer con mamá cuando despertaba. Se veía tranquilo, incluso una sonrisa quedó plasmada en su rostro. Quiero creer que se encontró con mi abuela Kendra.

      Solté un suspiro e interfiriendo a las lágrimas que querían desbordarse de mis pesados ojos, cada día era un recuerdo que dolía mucho más que el día de su pérdida. Mi abuelo era como mi mejor amigo, me entendía en todos los sentidos de la palabra en cuanto a mi etapa adolescente. Corrí escaleras arriba haciendo una pausa al final de estas para recuperar el aire, "tengo que hacer cardio" (otra mentira más a mi lista mental de las cosas que decía que haría pero nunca lo cumplía de alguna forma). Retomé mi camino y aceleré el paso al cuarto de mamá para invadir un poco su privacidad, era necesario porque le había prometido al abuelo Edrick terminar aquellos relatos.

      Me acerqué al closet y alcé mi vista para buscar la caja color crema que mamá guardaba como su tesoro mayor, cansada de no ver nada, quise frustrarme sin mucho hacer y cuando me senté arrodillada sobre el frio suelo del armario la caja apareció ante mis ojos, puesto que estaba guardada entre los zapatos de mi papá. Con una sonrisa más grande que la del gato de Alicia gateé hasta ella y me senté contra el closet para abrirla entre mis piernas. Una ola de polvo voló y me ahogué en la tos y estornudos que salieron sin previo aviso de mi nariz. Algo que me dejó la abuela Kendra, sus alergias y en especial la rinitis alérgica... Pero a lo que vinimos, las fotos de mis abuelos cuando estaban jóvenes, esas que parecían sacadas de la película de Vaselina.

      Escudriñé hasta el cansancio, encontrándome hasta fotos nuestras de bebés donde eran desnudos inocentes; mi madre sabría cómo hacerme avergonzar en un futuro, no tenía dudas de ello y si pruebas en mis manos. Solté una risa y me detuve cuando vi uno de mis abuelos; estaban como en un puente o barranco y el agua los rodeaba, ellos parecían estar bailando una canción imaginaria pero sobre todo era la felicidad que irradiaban e incluso si la foto tenía años de existencia. Sentí algo detrás de la foto y vi una hoja amarilla doblada con el nombre de mi abuela "Mi musa Kendra", el abuelo era todo un don Juan, así que me tomé el atrevimiento de desdoblar la hoja y ver la historia que contaba.

      Querida Kendra:

      Cuando leas esta carta, ya debes estar en el tren camino a tu casa y yo estaré aquí en el servicio viendo la ventana mientras el sol se oculta, quería recordarte mi amor eterno por ti y la tarde tan maravillosa que me regalaste, los besos robados que terminaban en una chica enojada y sonrojada, pero que al final me abrazaba mirando la cuesta. Tengo cada palabra y beso marcado que voy a contarte la tarde que vivimos.

      —Recuerdas que te dije que si íbamos a encontrarnos hoy. —le dije mientras la veía saltar para alcanzar equilibrio y giró a verme con curiosidad —. No me voy a cansar de decirte lo mucho que te amo.

       —Te dijeron que ensayas muy bien tus libretos, vas a llegar a los escenarios más grandes como Hollywood. —me respondió mientras me miraba con burla, pero sus mejillas tenían un efecto rojo por mis anteriores palabras.

      —Tienes razón y cuando me pregunten quien fue mi musa de inspiración diré que mi esposa Kendra de Dante.

      Tomé sus manos y la traje hacia mi cuerpo viendo como sus ojos brillaban a la luz del sol, no podía hacer lo mismo pero mi reflejo se veía en ellos y me hacía imaginar nuestros hijos de una y otra forma. Nuestra propia familia, viviendo en una casa campo a las afueras de la ciudad, pero todavía no podía darle esos lujos, era un simple estudiante de actuación y ella una futura enfermera. La hice girar tomando su mano izquierda y alzando esta misma formando un arco, miré sus ojos y conectamos a una melodía que solo sentíamos en nuestros corazones.

      —TE PROMETO UNA VIDA A TU LADO, KENDRA FERNÁN. —Le grité mientras reía y seguía bailando. —Prometo envejecer a tu lado.

      Limpié las lágrimas que habían bañado mis mejillas desde que empecé la primera línea y es que le cumplió su promesa, vivieron una vida juntos y tuvieron hijos que eran sus retratos. El tío Anthony, era igual a mi abuelo y mamá a la abuela, no podía esperar menos de un amor a futuro. Abracé la carta y no me fijé en la hora y menos que seguía en el closet de mamá hasta que la puerta se abrió y sus ojos marrones vieron los míos.

      —¿Otra vez? —me habló mamá mientras ponía su mano en la cadera y negaba. —Es la carta de tu abuelo?

      Asentí mientras me levantaba.

      —Era un romántico. —le respondí, extendiéndole la carta a sus manos—. ¿Podré tener un amor así de bonito como el tuyo con papá?

      —Vas a tener uno. Único e inigualable, Victoria. —me respondió mamá y la abracé más fuerte que nunca mientras sentía como acariciaba mi cabello—. Porque no vas a terminar de escribir eso tan bonito que le prometiste al abuelo.

      —¿Lo sabías? —le hablé con sorpresa en mi voz.

      —Todo, cariño. Tu abuelo no conocía la discreción. —comentó con una risa nostálgica—. Anda, corre que yo arreglo aquí todo.

     —Gracias mamá. Prometo la próxima avisar.

Y salí corriendo del cuarto porque ya sabía que escribir, los recuerdos de mi abuelo.

     —Creaste un pequeño monstruo que va a devorar la mente de otros con sus historias, viejo. —comenté vagamente como si mi padre estuviera escuchando. —Los extraño mucho.

 —Los extraño mucho

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Ferobooks ❤️‍🩹

RELATOS DE UN AMOR DORMIDO - TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora