En el bullicioso hospital de la ciudad, dos destinos se entrelazaron en una sala de espera. Kasia, una joven con angioedema hereditario, se aferraba a su inhalador mientras luchaba contra un episodio agudo de hinchazón en el rostro. Su respiración entrecortada reflejaba la lucha interna que enfrentaba su cuerpo. Al otro lado de la sala, se encontraba Elion un chico con una enfermedad genética que afectaba su corazón. Con cada latido irregular, sentía la fragilidad de su existencia. Una bolsa de suero goteaba lentamente a su lado, proporcionando el sustento vital que su cuerpo necesitaba. Entre miradas de dolor y suspiros cargados de preocupación, Kasia y Elion cruzaron sus miradas. A pesar de sus propias batallas internas, encontraron una conexión instantánea en el reconocimiento del sufrimiento del otro. Sin necesidad de palabras, compartieron un entendimiento mutuo que solo aquellos que luchan contra enfermedades crónicas pueden comprender. El tiempo pasó en la sala de espera, y con cada hora compartida, Kasia y Elion descubrieron una fuente de fuerza y consuelo en la presencia del otro. Compartieron historias de lucha y superación, encontrando un refugio en la compañía del otro en medio de la incertidumbre y el miedo. A medida que la noche caía sobre el hospital, un silencio sereno envolvió la sala de espera. Kasia y Elion se encontraron sumidos en una conversación profunda, donde las palabras fluían con facilidad y la conexión entre ellos se profundizaba con cada momento compartido. Fue entonces cuando Elion reveló un secreto que había guardado celosamente. Levantando la mirada, reveló sus ojos, uno de un azul intenso y el otro de un vibrante tono verde, mostrando su propia peculiaridad: la heterocromía. El corazón de Kasia se llenó de emoción al ver la belleza única de los ojos de Elion, una imperfección perfecta que reflejaba la complejidad y la maravilla del universo. En ese momento, Kasia supo que había encontrado a alguien especial, alguien que entendía su lucha y que compartía su coraje para enfrentar los desafíos que les deparaba la vida. En un gesto de complicidad, Kasia extendió su mano hacia Elion, quien la tomó con ternura. Entre sonrisas temblorosas y miradas llenas de esperanza, se prometieron estar ahí el uno para el otro, no importaba qué obstáculos se interpusieran en su camino. En medio de la oscuridad de la noche, dos corazones heridos encontraron consuelo y amor en la compañía del otro. A pesar de las adversidades que enfrentaban, Kasia y Elion descubrieron en su unión una fuerza que trascendía el dolor y la enfermedad. Y en ese pequeño rincón de la sala de espera, donde los destinos se entrelazaron, nació un amor destinado a perdurar para siempre. Escuché los aplausos de la clase y salí de los recuerdos que me había dejado el abuelo, su pluma y libreta me habían dejado los relatos más lindos sobre la abuela. Ahora, mi momento de contarle al mundo de ellos pero con otros nombres y lo llamaban creatividad e imaginación. —Gracias Victoria, puedes sentarme. – la voz de la maestra flor, cerré mi agenda y la pegué contra mi pecho mientras pensaba en mis abuelos. Relatos de un amor dormido, era como mi abuelo había escrito en su agenda que hoy llenaba en las paginas restantes con el nombre de la descendencia de ellos.
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Volvió Victoria ahora con los relatos de su abuelo; pongan cuidado a los nombres, no les diré nada más 👀.
