Capítulo 3 || Álvaro

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Salgo corriendo hacia la sala de ensayos, ya que llego muy tarde a una de las clases. Al entrar, veo a casi todos mis compañeros por parejas, por lo que supongo que tendremos que hacer algún ejercicio juntos. Observo rápidamente quien queda y me fijo en Paul.

Tiene cara de querer desaparecer del mundo y mira a su alrededor con gesto cansado, como si supiese lo que viene ahora. Decido ponerme con él, porque se que nadie más tiene intención de hacerlo o están ya pillados. Me acerco al chico y este se sorprende al verme.

— La actividad es por parejas... ¿Seguro que quieres...?

— Claro, por eso me he acercado.

No dice nada más, pero puedo ver como sus ojos cambian de expresión y como sus labios se curvan hacia arriba aunque intente disimularlo. Le pongo una mano en el hombro y le doy un pequeño apretón, aunque al segundo la aparto.

Pasamos toda la hora por parejas, haciendo las actividades que nos dicen. No hablamos demasiado en toda la hora, pero a mi al menos no me incomoda, soy una persona que se puede adaptar a todo.

Al terminar la clase nos dejan un rato para ducharnos y asearnos. Nos dirigimos todos en masa a la zona de los baños y entre conversaciones al aire y risas, todos nos preparamos para el resto del día. No se muy bien porqué, pero me tiro gran parte de las clases mirándole. Veo sus bromas cómplices con Rus y Lucas, y como intenta integrarse con los nuevos amigos de estos. En ocasiones también puedo ver la misma cara que está mañana en clase, como si en ella se reflejaran todas sus vivencias y miedos. Es en uno de esos momentos en los que Bea me da un codazo y me hace volver a la tierra.

— ¿Tu que miras tanto?

— ¿Eh? Nada, nada, estaba en mi mundo.

— No sabía yo que en tu mundo abundasen los chicos como Paul.

Le miro alarmado y le doy un pequeño golpe en el brazo para que se calle. Ella se ríe de mi pequeño ataque de pánico, por supuesto.

— No estaba mirándole... Ha sido casualidad.

— Una casualidad en las cuatro clases que llevamos de día, ¿eh?

— No se de que me hablas... Y déjame ya, pesada, que así no nos enteramos ninguno de las clases.

Bea se cierra la boca como si tuviese una cremallera en ella y sonríe de forma sarcástica. Yo finjo prestar atención a Abril, pero solo puedo darle vueltas a las caras que he visto en ese chico que parece atormentado. Justo como si alguien pudiese leer mi mente, le toca salir a Paul con Ruslana. No sé ni de qué va el ejercicio, pero Abril parece contenta al final y el resto aplauden, así que yo también.

La mañana pasa, y es entonces cuando todos esos gestos que he estado analizando, estallan contra todos sin previo aviso. Estábamos ensayando todos juntos una canción, cuando Paul ha preguntado como era uno de los pasos. Alguien más, no me he fijado quién, y él se han enzarzado en una discusión algo absurda sobre quien llevaba la razón. Eso ha acabado con mi mejor amiga gritando.

— ¡Bueno, Paul ya está, ya está bien! Da igual cual sea, mañana preguntamos.

Tras eso, el ambiente se ha ido un poco al garete y nuestra ambición de ensayar también. Paul es el primero en abandonar la sala e irse a algún otro lado, no se me ha escapado el hecho de que tenía la misma cara que he estado observando a lo largo del día. Esa expresión perdida y dudosa, que tenía experiencias del pasado en ella.

Mi instinto me dice que le siga, pero cuando ni siquiera sus amigos lo hacen, no me atrevo a ser yo quien vaya tras él. Aún así, lo que queda de hora, sigo pensando en si es buena idea dejarle solo.

A la hora de la cena, la conversación gira aún entorno a los acontecimientos de hace una hora escasa. Algunos estamos preocupados por él, y otros se muestran indiferentes. Mi amiga es la primera en hablar sobre él abiertamente, y se que es la culpa la que habla por ella.

— ¿No ha cenado?

— No... Estuvo ahí todo el rato. —Lucas, igual de preocupado que ella, le mira tras el cristal.— Quizá debería...

— No vayas, déjale. —todos nos giramos a la vez hacia Juanjo— Quizá prefiera estar solo, a mi me gusta eso...

Deciden hacerle caso, pero aún así Bea decide guardarle su cena. La gente comienza a prepararse para dormir y yo hago lo propio, aún con la sensación de que debería ir a ver como está.

Me tiro un buen rato dando vueltas en la cama, ya que él aún no ha entrado a la habitación, es el único que falta.

Me armo de valor y salgo de la sala sin hacer ruido, todas las luces están apagadas y a duras penas avanzo por la academia sin tropezarme, hasta llegar a la terraza. Entro en ella con cuidado y me doy cuenta de que se ha quedado dormido. Ese dato me frena de nuevo, porque no sé si debería despertarle o no. Finalmente lo hago, más por su comodidad que por otra cosa.

Le acaricio el hombro suavemente mientras hablo.

— Paul...— le sacudo un poco, pero tampoco hace nada— ¡Paul...!

Es entonces cuando se sobresalta y me mira, algo desorientado.

— ¿Que...?

— Son las doce... Deberías ir a la cama, estarás más cómodo que aquí.

— Oh, Ehm... Si, gracias Álvaro, ahora voy.

No parece querer moverse del sitio, es más, me mira, como si estuviese esperando a que me vaya. Pero no lo hago, de hecho, acerco una silla y me pongo a su lado.

— ¿Estas bien?

No debía esperarse esa pregunta, ni mucho menos que me fuese a quedar, porque tiene que levantar la cabeza para mirarme, como si no entendiese lo que le estaba diciendo. Aún así, me responde.

— Si, estoy bien, tranquilo.

— ¿Seguro? Puedes hablar conmigo si quieres, prometo no decir nada.

Él no responde, es más, baja la cabeza hacia sus zapatos. Espero pacientemente una respuesta, pero pronto me doy cuenta de que no quiere hablar, así que me levanto y coloco de nuevo la silla en su sitio. Es cuando me acerco a la puerta, que escucho su voz de nuevo. En un leve susurro, y enterrada entre lo que parecen sollozos.

— No quería discutir... Era una duda y no se porqué me he metido en una pelea estúpida, si ninguno sabemos la respuesta. Es solo que... —me giro cuando hace la pausa sin moverme del sitio— No sé... No sé porque he hecho eso. Es que, me siento muy fuera de todas partes, siento que no conecto con nadie, que no me integro.

Me acerco a él y me pongo de cuclillas a su lado, permitiéndome acariciar su pierna. Antes de que pueda decir nada, vuelve a hablar.

— A mi me cuesta mucho integrarme, socializar... Quizá por eso no lo hago. Por eso me cuesta, supongo.

— ¿Y por que no hablas con el resto?

— Igual podría si... Aunque me cuesta mucho hablar de esto.

— Hazlo cuando te sientas preparado, de verdad, no pasará nada.

Paul da por zanjada la conversación en ese punto, porque se levanta tras unos segundos. Yo hago lo mismo y juntos salimos de la terraza hacia las habitaciones. Pensaba que iría detrás mío, pero al girarme, veo que se ha parado frente a su armario. Él se da cuenta de mi mirada y habla.

— Sigo con la ropa normal, tengo que cambiarme.

— Claro, por su puesto. Buenas noches.

Yo reinicio mi camino, pero tan solo doy dos pasos cuando algo me detiene.

Sus brazos, concretamente. Sonrío y me giro para abrazarle yo también.

— Gracias por escucharme, y por ir a buscarme.

— No es nada.

Nos separamos y por fin abro la puerta de la habitación. Finalmente, antes de cerrar de nuevo, escucho su voz.

— Buenas noches Álvaro.

🤍

He cambiado algunas cosas de los sucesos verdaderos, pero espero que os guste. <3

Those eyes|| OT2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora