Capítulo 1 :Presentación

627 32 145
                                    

En el Barrio de nos viven 7 amigos junto con otras personas, ellos se reúnen en una casita del árbol que se encuentra en un parque cerca de cada casa, van ahí sea para jugar, cuando están tristes o incluso para estar solos un rato.

Era día de reunión en la casita del árbol y el primero en ir es un chico de 23 años de pelo oscuro enrulado, con unas muñequeras negras al igual que su ropa y sus zapatos, llamado Roberto Musso, él no sabe lo que quiere, ni sabe qué género le gusta si el Masculino el femenino o los 2.

—Se ve que soy el primero en llegar como siempre. —dijo apoyando su mano en el tronco del árbol— .Salvo que estén arriba. —sube las escaleras que están pegadas en el árbol y no ve a nadie así que se dispone a sentarse a esperar a los demás.

El segundo en ir es un chico de 20 años de pelo oscuro hasta los hombros, con anteojos, una camiseta blanca, unos jean y zapatillas azules, en los brazos muchas veces iba con lastimaduras de un cinturón, le encanta dibujar, él se llama Gustavo Antuña y es homosexual.

—Apuesto que Rober está arriba. —se dijo subiendo las escaleras, al llegar lo mira a Roberto que está sentado viendo hacia la ventana. Gustavo está enamorado de él desde que lo vió, pero él no lo sabe— .Hola, Rober. —lo saluda y Roberto se da vuelta.

—Topito. —lo dijo feliz, se levanta y lo abraza, pero Gustavo hace grito de dolor— Topo, ¿qué te pasa?  —le preguntó preocupado.

—No importa Rober. —Roberto agarra el brazo izquierdo de su amigo.

—¿Fue tu padre? —le preguntó viendo que el brazo de Gustavo está herido.

El tercero en llegar es un chico de 18 años con una gorra negra, barba poco notoria, una remera naranja, jeans y unas zapatillas negras, llamado Santiago Marrero.

Sin decir nada sube las escaleras y ve a los dos chicos, Marrero sabe que Gustavo está enamorado de Roberto, iba a dejarlos solos, pero ve el brazo de Topo.

—Ese hijo de puta de tu padre. —dijo enfurecido yendo hacia ellos.

El cuarto en llegar es un chico de 22 años de pelo muy corto oscuro, una remera marrón muy clarita, unos jeans y zapatillas rosas, siempre lleva su celular en mano escuchando música, llamado Álvaro Pintos.

Al llegar se saca los auriculares y escucha gritos y sube a las escaleras, por sus gritos sabe que son Roberto y Marrero.

—¿Por qué gritan? —preguntó al entrar a la casa.

—Otra vez el padre de Topo le pegó. —le respondió Santi.

—Traje curitas. —saca curitas de su bolsillo.

—Para el corazón, ¿no tenés? —dijo Topo con lágrimas en los ojos.

El quinto en llegar es un chico de 21 años de pelo oscuro enrulado, con anteojos, una remera roja, pantalón negro y zapatillas celeste, llamado Ricardo Musso.

—Ya deben estar arriba. —escucha la voz de Alvin— .Alvincito. —lo dijo alegre y sube.

—Denuncialo Topo. —dijo Roberto. 

—¿A quién, a mí? —preguntó Riki subiendo a la casa.

—Sí también.

—Riki. —va hacia él y lo abraza.

—Hola, Alvincito.

El sexto en ir es un chico de 24 años, pelo oscuro enrulado, con un bigote mostacho, una camisa rosa con un chaleco marrón y zapatos negros, llamado Santiago Tavella.

—Ya escucho a los papanatas arriba. —sube las escaleras y ve a los demás— ¿Hay reunión de putas?

—Así es. —respondió Riki. 

—El padre de Topo le pegó. —habló Marrero. 

—¿Otra vez? —le toca el hombro y Gustavo hace cara de dolor, Tavella le baja la camiseta por la parte del hombro y ve que está morado.

—Es mi culpa, por faltarle el respeto. —dijo Tavella. 

Tavella- ¿Y él te lo da a vos?, eso no justifica que te pegue.

El último en llegar es un chico de 18 años, pelo corto oscuro, una campera de jean con una camiseta abajo, pantalón negro y zapatillas blancas, llamado Luis Angelero.

Llegó y escuchó a los demás arriba y subió.

—¿No lo vas a denunciar Topo?

—No Rober.

—¿Qué pasó? ¿a quién hay que denunciar?

—Luis. —se alegró el de gorra al verlo.

—Perdón por llegar tarde es que mi abuela no estaba bien.

—¿Qué le pasó a la abuela? —preguntó Marrero  

—Le bajó la presión, pero ya está bien.

—Te hubieras quedado con nuestra abuelita. 

—Ya está bien, Alvin tranquilo. —Luis lo mira a Gustavo— ¿Otra vez te pegó tu padre?

—Sí, pero no importa, ¿de qué se trata la reunión?

—De vos Topo. —dijo Rober.

—¿De mí?, ya les dije que no se metan.

—Nos vamos a meter, ya que somos tus amigos y lo que te hace tu padre es espantoso. —añadió Tavella. 

—Esto te hace tu padre, ¿por qué sos homosexual? —preguntó Santi. 

—Sí, él quería a un hombre como hijo, no una nena.

—Menudo imbécil, lo odio te lo juro, vení a mi casa mi abuela pregunta mucho por vos.

—No, gracias Luis, tengo que ir a mi casa a cocinarle a mi padre, lavarle la ropa...

—Espera, espera. —le interrumpe— ¿Sos su hijo o su sirviente? —preguntó enojado Tavella. 

—Su sirviente. —le sono el celular, mirá y es un mensaje de su padre.

¨Vení ya para acá que me tenes que comprar cigarrillos y a plancharme la ropa que mañana trabajo¨

—¿Es tu padre? —preguntó Rober. 

—Sí, me tengo que ir.

—¿A lavarle el orto a tu padre? —gruñó Tavella. 

—Nos vemos, no sé cuando.

—Topo. —le agarra la mano— .Voy con vos, por las dudas que tu padre te haga algo yo estar ahí. —le dijo Rober.

—Topo toma las curitas. —le da las curitas.

Gustavo estaba encantado de que Roberto lo quiera defender y estar yendo a su casa con él y que también fuera su vecino, pero por otro lado tenía miedo que su padre al verlo con un chico piense otra cosa.

—Bueno ya llegamos, yo me voy solo a mi casa, no quiero que mi padre te vea.

—Está bien. —le da un beso en la mejilla— .Sabes que cualquier cosa estoy al lado.

—Sí Rober, gracias, te quiero mucho.

—Yo también te quiero Topito.

Gustavo entró a su casa y se encontró con una trompada de su padre.

—¡¿Qué hacías a los besos con Roberto?!, ¡te vi por la ventana! —se agacha y le agarra la cara— .Sé que estás enamorado de él, me das asco y que lleves mi sangre y mi apellido aún más.

—Perdón. —le dijo llorando.

—¡Deja de llorar!, ¡maricón de mierda! —le suelta la cara— . Anda a tu habitación, no te quiero ver la cara.

—Pero tengo que ir a comprarte los cigarros y a plancharte la ropa.

—¡Ya no me importa!, ¡salí de mi vista!

Gustavo se levanta y va a su habitación y ve en las paredes sus dibujos todos rotos.

—No, mis dibujos. —se sienta en la cama y mira la foto que tiene de su madre en un portaretrato— .Mamá vos si me aceptabas como era, ¿por qué te tuviste que morir? —agarra el portaretrato y se acuesta abrazandolo.

El Barrio de NosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora