Roberto y Gustavo se enfrentaban en la puerta de la casa, sus ojos llenos de emociones encontradas.
—¿Por qué estás rompiendo todo lo nuestro? —preguntó Gustavo, su voz temblando de dolor.
Roberto se encogió de hombros, su mirada fría y distante.
—Vos destruiste todo lo nuestro —dijo, su voz sin emoción.
Gustavo dio un paso adelante, su rostro lleno de desesperación.
—Vos también me traicionaste y sin embargo te perdoné —dijo—. Y lo que realmente te destruí fue tu ego.
Roberto se rió, una risa amarga y despectiva.
—¿Te estás burlando de mí? —preguntó.
—No, vos me dijiste que soy el único que te rompió el ego —dijo Gustavo, recordándole sus propias palabras.
Roberto se acercó a Gustavo, su rostro lleno de furia.
—Te quiero lejos de mi vida, Gustavo —dijo, su voz baja y amenazante.
Gustavo asintió, su rostro lleno de dolor.
—Esta bien, no te molestaré más —dijo—. Nunca te olvidaré.
Roberto se rió de nuevo, una risa cruel y despiadada.
—Yo sí te voy a olvidar —dijo—. No quiero acordarme más de vos, quiero hacer de cuenta que nunca te conocí, que no existís.
Gustavo se sintió como si hubiera recibido un golpe en el estómago, su rostro lleno de dolor y tristeza.
—Pero me habías dicho que nunca vas a olvidar nuestro primer beso —dijo, su voz temblando.
Roberto se encogió de hombros, su mirada fría y distante.
—¿Qué beso? ¿De qué hablas? —dijo, como si no recordara nada.
Gustavo se sintió destrozado, su corazón roto en mil pedazos.
—Adiós, Gustavo —dijo Roberto, cerrando la puerta con fuerza.
Gustavo se quedó parado en la puerta, su rostro lleno de lágrimas, su corazón lleno de dolor. La puerta cerrada detrás de Roberto parecía simbolizar el fin de su relación, y Gustavo se sintió abandonado y solo.
—Papá, mamá los necesito —dijo desolado, su voz temblando de emoción.
Con manos temblorosas, Gustavo agarra su celular y busca el número del Dr. Hernández, su psicólogo. Necesitaba hablar con alguien que lo entendiera, alguien que lo ayudara a procesar sus emociones y a superar el dolor que sentía.
Después de hablar con el Dr. Hernández, Gustavo se sintió un poco más tranquilo, pero aún así, el dolor y la tristeza lo consumían. Se dirigió hacia su casa, sintiendo que cada paso que daba era como una carga pesada que debía llevar.
Al llegar a su casa, Gustavo se derrumbó en su cama, rodeado de almohadas y recuerdos de su relación con Roberto. Se cubrió el rostro con las manos y se permitió dejar que las lágrimas fluyeran libremente.
En Tajo, Alvin se encontraba mirando con tristeza el bonsái tirado en el suelo.
—Lo voy a matar al imbécil de tu hermano —dijo Alvin, enfurecido, dirigiéndose a Riki—. ¿Cómo se le ocurre romper el bonsái?
—No soportó que le rompieran su ego frágil de machito estúpido —respondió Riki, con ironía.
—Pero, ¿qué culpa tiene el bonsái? —preguntó Alvin, aún enfurecido.

ESTÁS LEYENDO
El Barrio de Nos
FanfictionEs un barrio que viven los del Cuarteto junto con personajes de sus temas,acá no hay giras ni nada,son 7 amigos que vivirán aventuras y confrontarán problemas,tendrán entre 18 y 24 años,¿qué pasará?