El Barrio de Nos

Capítulo 34: Nuevo barrio

—¿Adoptarme? —le preguntó Gustavo al Dr. Hernández, con una mezcla de sorpresa y curiosidad en su voz, luego de haberle dicho que quería adoptarlo.

 El Dr. Hernández sonrió con ternura y se acercó un poco más a Gustavo.

—Así es, quiero cuidarte —dijo, su voz llena de calidez—. No pretendo reemplazar a tu padre ni a nadie, solo quiero que seas mi hijo de corazón.

Gustavo agachó la cabeza, su cabello cayendo sobre su rostro. Su mente estaba llena de pensamientos y emociones encontradas.

—¿Me dejas pensarlo? —dijo finalmente, su voz baja y vacilante.

El Dr. Hernández asintió con la cabeza y sonrió.

—Claro, tomate tu tiempo —dijo, su voz suave y comprensiva—. No hay prisa, Topo. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, siempre.

En la casa de Roberto, el ambiente estaba tenso y lleno de preocupación. 

—¿Qué?, ¿mudarnos de barrio? —preguntó Alvin, sorprendido y confundido.

Mabel asintió con la cabeza, su rostro serio.

—Así es. —dijo Mabel. 

—¿Para qué? —preguntó Roberto, intrigado.

—¿Cómo para que? —replicó Mabel—. Ese tipo lo quiere a Luis para llevárselo. Hay que cuidarlo.

Santi se puso de pie, su rostro lleno de determinación.

—Antes de que se lleve a Luis, me va a tener que llevar a mí —dijo, su voz llena de coraje.

Tavella sonrió y le dio un golpecito en el hombro a Santi.

—Bueno, calma, Robin Hood del amor —le dijo, intentando calmarlo.

Tavella se acercó a Mabel, su rostro lleno de curiosidad.

—¿Queda muy lejos ese lugar? —le preguntó.

Mabel negó con la cabeza.

—No, a unas cuadras —respondió.

Pedro se inclinó hacia adelante, su rostro lleno de interés.

—¿Cómo se llama el barrio? —preguntó.

—Se llama Tajo —respondió Mabel, su voz suave.

—¿Tajo?, qué nombre tan estúpido —dijo Riki entre risas, sacudiendo la cabeza. 

—Empaquen sus cosas, que nos vamos —dijo Mabel, intentando mantener el tono ligero.

—¿Vamos a ir caminando? —preguntó Roberto, mirando a Mabel con curiosidad.

—No, un amigo va a venir en una furgoneta por nosotros —respondió Mabel.

 Pedro miró alrededor, notando que alguien faltaba.

—Esperen, falta Topo —dijo.

Roberto asintió y se dirigió hacia el teléfono.

—Lo voy a llamar —dijo, descolgando el auricular y marcando el número de Topo.

Luego de unas horas de preparativos y despedidas, el grupo finalmente se encontraba en la furgoneta del amigo de Mabel, listos para partir hacia su nuevo destino en el barrio de Tajo.

La furgoneta estaba llena de maletas, cajas y bolsas, y el grupo se apretujaba en los asientos, ansioso por llegar a su nuevo hogar.

Sin embargo, faltaba uno: Luis. Mabel miró su reloj por enésima vez, impaciente.