14 de mayo del 2023
MarcoHabía pasado las últimas cuarentaiocho horas leyendo como un loco sin poder despegarme del libro. Sabía que podía pasar eso pero nunca imaginé que fuera tan adictivo. Ya no leía tan lento, al menos había avanzado hasta la mitad del libro y ya para mí eso era un logro bastante grande teniendo en cuenta que era un libro de romance.
No había dejado de hablar con Elizabeth en ningún momento, al contrario, creo que no he terminado el libro por estar hablando con ella. Sin ir más lejos, nos pasamos toda la madrugada hablando y apenas lo dejamos de hacer hace unas horas.
—¿Marco?
La voz de mi madre resonaba detras de la puerta junto a los golpes que había dado en ella. Medio adormilado y sin muchas fuerzas, le abro la puerta a lo que ella no se molesta en un ocultar su risa al ver mi pelo alborotado y mi evidente falta de sueño.
—Creo que alguien durmió poco.
—Crees bien.
Volviendo a reír pone los ojos en blanco y señala las escaleras con su cabeza.
—Tu padre ya trajo a Balto.
Todo el sueño ya se había esfumado de mi cuerpo. Balto era mi bebé de siete años, un pastor alemán que había adoptado hace dos años cuando fuí voluntario en un refugio de animales. En cuanto me vió empezó a llorar como el buen niño mimado que era, me agache para que no tuviera que hacer esfuerzo y pudiera estar conmigo a su gusto.
Balto había sido operado para castrarle y cómo ya tenía también la revisión decidieron dejarle hasta el otro día en observación y al fin le habían traído. Me dedique un buen tiempo a darle caricias y halagos para luego subirle a mi habitación y dejarle en su cama con comida y agua repuestas.
—Necesito comer algo también grandullon.
Balto se había recostado, era normal que aún tuviera algo de dolor según había informado la veterinaria. Bajando a la cocina encontré a mi padre sentado en la isla comiendo unas tostadas junto a mi madre.
—Mamá...muero de hambre —De forma completamente dramática, me dejó caer en mi silla y los observo a ambos— Tengo tanta hambre, que me comería todo un elefante.
—Emma, tu hijo podrá crecer dos metros más pero va a seguir siendo igual de niño. Le estás mimando mucho.
—Uyyy huelo envidia en el ambiente —Alzo mis cejas a lo que me padre pone sus ojos en blanco— No hagas muecas, eres un gran envidioso.
Mamá ríe y como si estuviéramos en piloto automático, tanto mi padre como yo lo hacemos también. Desde que tengo memoria, he visto a mi padre luchar por ver a mi madre reír por los problemas que siempre tuve con sus padres, las depresiones y sus ochocientos problemas aunque siendo sincero estoy orgulloso de heredar ess buena voluntad de él. Haciendo una pausa y pasandome las tostadas mi madre habla:
—He invitado a cenar a la vecina nueva para darle una bienvenida, se mudaron hace poco a la casa de al lado y quiero dar buena imágen. Así que por mucha envidia que haya, se la comen con sus tostadas y se controlan.
Al unisono mi padre y yo nos ponemos rectos con la mano en el saludo militar para decir:
—¡Sí mi general!
—¡Sí mi general!
Un rato después, Ya había dormido al menos cinco horas según mis cálculos nada fiables y muy manipulados para no decir que dormí casi diez horas desde las nueve de la mañana. Ya eran las siete y media, me había duchado y vestido con el mejor conjunto que encontré tirado en medio de mi cama para nada desordenada: una sudadera negra con el logo del álbum The Dark Side of the Moon, de Pink Floyd y unos pantalones cortos del mismo color combinados con unas Nike Air jordan en blanco y negro. I'm Batman.
Era cuestión de esperar a la dichosa visita y en esa espera, terminé el libro o mejor dicho: EL LIBRO TERMINÓ CONMIGO. Que alguien por favor me explique dónde quedó el cerebro de Jen al pensar que irse era lo mejor, es que es para matarla, definitivamente necesito hablar esto con cierta personita rubia y de ojitos tiernos.Ojitos lindos
Elizabeth, es urgente.
Creo que necesito una terapia o un bote de barbitúricos.
Lo que de resultados más rápido.
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Entre Páginas[En Proceso][LIBRO I]
Roman d'amourA veces el ser humano se niega a confesar lo que siente. Por miedo. Por vergüenza. Muchos factores influyen en esa decisión. Ella lo sabía, desde pequeña había sentido algo dentro de si que le decía que él, el chico que hacia suspirar a todas y cad...