El dolor de cabeza aumentaba con cada segundo que pasaba escuchando gritos en la habitación. No terminaba de distinguir del todo las voces pero sabía que Alejo estaba metido en la discusión y no entendía por qué no la dejaban seguir durmiendo en su cama, tranquila y en silencio por algunas horas más.
Dio varias vueltas en el colchón, intentando ignorarlos pero era imposible porque cada vez hablaban más alto y necesitaba un analgésico urgente. Alguien cerró de la puerta demasiado fuerte, asustándola. Abrió los ojos completamente desorientada, buscando su celular en la mesita de luz para ver la hora y se dio cuenta de que, definitivamente no estaba ni en su cama ni en su cuarto.
—¡¿Ella está en pedo y vos te la cojés?! —gritó su mejor amigo y se dio cuenta de que Leandro y Paulo también estaban ahí, el número cinco con cara de dormido y el veintiuno notoriamente enojado-. Menos mal que la ibas a cuidar.
—¿Pueden dejar de gritar que se me parte la cabeza? —dijo para llamar su atención y pareció funcionar porque todos se la quedaron mirando, esperando a que dijera algo más.
Y en ese momento, todo lo que había pasado la noche anterior, apareció de golpe en su mente como un recuerdo borroso. Al menos casi todo, probablemente había cosas de las cuales no se acordaba y no sabía. Lo único de lo que estaba completamente segura era de que, entre ella y Leandro no había pasado absolutamente nada además de que la había visto llorar por el número veintidós.
—Almi, ¿cómo te sentís? —preguntó Dybala intentando mantener a todos calmados.
—Mal. —Se paró de la cama con muchísimo esfuerzo y los tres la siguieron con la mirada—. Me puse en pedo chicos, no estuve a punto de morirme.
—¿Querés un analgésico? —habló el número cinco—. Tengo en el baño. —Quiso acercarse hasta donde estaba pero Alejo lo frenó y lo miró serio.
—Andá a buscarle el analgésico y alejate un poco, ¿querés?
—¿Qué te pasa?—Alma caminó hasta su mejor amigo molesta por la actitud que estaba teniendo—. Aprecio mucho que me hayas cuidado, como siempre que estoy mal pero Lean también lo hizo y no se merece que lo trates así.
—Acostarse con vos mientras estabas borracha no es la definición de cuidar a alguien, Alma —respondió con los puños apretados, confundiéndola.
—¿Qué decís? Nosotros no- —Dejó de hablar cuando Leandro salió del baño sin remera y con su cuello y mejilla, llenos de labial—. Les juro que no es lo que parece. Me dio agua, hablamos, se aseguró de que estuviera bien y después me quedé dormida pero no pasó nada entre nosotros.
—¿Estás segura? —susurró Paulo—. Mirá que podés contarnos, eh.
—Segurísima —les sonrió y sus expresiones se relajaron un poco—. Me acuerdo de la mayoría de las cosas y la única razón por la cual tengo unas remera de Leandro puesta es porque el top era muy incómodo y no podía dormir con eso.
—Y el labial... —Ale la miró, esperando que ella completara la frase.
—Estuve la mayor parte de la noche llorando abrazada a él porque me sentía mal y bueno, se ve que lo manché.
—¿Vieron que no les mentí? —Acotó el número cinco alcanzándole el blíster de pastillas y una botella de agua—. Igual, está bien que la cuiden pero nunca me aprovecharía de ella mientras está en pedo.
—Perdonanos —se disculparon los dos.
—Fue raro entrar a la habitación y encontrarlos así... —El veintiuno señaló sus aspectos- y durmiendo en la misma cama.
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Un mundial diferente | Lautaro Martínez
أدب الهواةLa selección decide hacer un concurso para que un/a afortunado/a y su acompañante, disfrute la experiencia única de acompañar a la selección argentina en el mundial de Qatar y el mejor amigo de Alma, tiene la brillante idea de anotarla sin decirle p...