CAPÍTULO 23

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Advertencia: este capítulo contiene una escena sexual <3


Los padres de Lautaro eran simpáticos, haciendo que su nerviosismo despareciera un poco. La madre los miraba con una sonrisa cómplice como si supiese que le estaban ocultando algo, aunque probablemente, esa era la realidad. Continuamente Alma lo miraba al jugador en busca de la respuesta adecuada para la situación, cuando alguno de los dos hacía alguna pregunta que podía alterar la versión de la historia que él había decidido contarles. En el mientras tanto, Renata intentaba que su risa no fuera tan obvia, ocultando su boca con la taza de chocolate caliente que se había servido. Si Alma no hubiera sido la que se había metido en ese lío sola, también se hubiera reído de la situación. Parecía que todos sabían que la mayoría de cosas que decían con el número veintidós, eran mentira pero seguían el juego y pretendían creerles.

—Así que, ¿estás acá por un concurso? —le preguntó el padre del jugador—. Antes de empezar el mundial, Lautaro nos contó que iban a acompañarlos dos personas que habían ganado un concurso y supongo que vos sos una de ellas.

'Por fin algo que no es difícil de contestar' pensó ella para sus adentros.

—Sí, mi mejor amigo nos anotó sin pensar en que iba a pasar todo esto la verdad —respondió con una sonrisa—. Fue una sorpresa para los dos pero estamos disfrutando mucho esta oportunidad que nos dieron. Siempre fueron todos muy amables.

—Bueno, casi todos —la escuchó susurrar a Rena sobre la taza y no pudo evitar reír cuando parte del contenido cayó sobre su remera porque Lautaro la había pateado por abajo de la mesa.

—Perdoname —se disculpó el jugador de manera falsa—. No te quise pegar, es que estaba incómodo y me intenté acomodar en la silla.

—No pasa nada. —Renata lo miró seria durante algunos segundos así que, Alma tuvo que intervenir.

—Rena, ¿querés que vayamos a mi habitación para ver si podemos sacar la mancha? —Internamente esperaba que le dijera que sí. No tenía absolutamente ningún problema con los padres del número veintidós pero la ponía nerviosa saber que tenían en claro cuál era su relación con el hijo.

—Sí por favor, es mi remera favorita.

Empezaron a caminar, saliendo del comedor y Alma sintió como automáticamente, sus hombros se relajaban y toda la tensión que había acumulado, desaparecía. Un silencio cómodo se había instalado entre ellas y cuando llegaron al final de las escaleras, habló.

—¿Fuiste al estadio a ver el partido contra Países Bajos? —quiso saber—. ¿O lo viste desde el hotel?

—Tuve la suerte de presenciarlo en vivo y en directo. —Renata se rió mientras la seguía por el pasillo hasta la puerta de su habitación—. Mis nervios eran incontrolables pero fue uno de los mejores partidos hasta ahora.

—Sí, la verdad jugaron muy bien los chicos a pesar de las adversidades. —Remarcó la última palabra porque era la manera más tranquila y políticamente correcta para describir la tensión y la falta de respeto que había habido alrededor de ese partido.

—La verdad que sí, se la re bancaron tranquilitos y demostrando todo en la cancha —le contestó mientras Alma la hacía pasar al baño y se sacaba la remera para poder lavarla—. Bueno, Lean no pudo quedarse tan tranquilo pero desde que lo conozco que es medio así. Además, fue buenísimo.

La miró sorprendida. Renata fregaba la remera con un poco de jabón abajo del agua de la canilla y sus ojos tenían un brillo especial que había aparecido en el mismo momento en el que había nombrado al número cinco.

Un mundial diferente | Lautaro MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora