6. Los ojos no mienten...

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¿Escuchó bien? ¿Seguir trabajando con Rebecca? Cuando le entregaron el horario, sintió una especie de flashback. Todo el mes consistía en pasar de una grabación a otra y, entre medias, talleres, modelaje, eventos con fans, entrevistas, proyectos a escondidas en los supuestos días de descanso... Era igual o peor que su vida anterior. Se acostumbró tanto a ese modo de vida tan vertiginoso que había olvidado lo necesario que era disfrutar de su tiempo libre o, al menos, dormir más de cinco horas.

Pero era oficial. Iban a ser compañeras de trabajo. Como dijo Akura: "Nunca subestimes lo que te pase en los baños: un día estás ahí lavándote las manos, al otro casi te comes a alguien y, PUM, al tercero acabas haciéndole fotos a las 4 de la madrugada y acompañándola a todas partes. Toma que toma. Qué cosas, ¿eh?". Lo cierto es que tenía su parte cómica.

No era de extrañar que Freen se amoldase rápidamente a ese estilo de vida. De hecho, antes de ser contratada, muchas veces se despertaba de madrugada pensando que se había quedado dormida hasta que caía en la cuenta de que podía seguir durmiendo porque ya nadie la esperaba.

Durante el primer mes trabajando con Becky, más allá de las prisas, todo era coser y cantar. Ella se limitaba a madrugar, hacerle fotos continuamente para sus redes, volver tarde y ya. "¿Y ya?". Bueno, desde su pensamiento era consciente de que la peor parte se la llevaba Rebecca. "Haz esto. Haz lo otro. Ponte aquí. Ve allí. Más sonrisas. Que no te vean con nadie. Cuidado con lo que muestras en las redes. No hables de eso. No te metas en líos...". Y aunque a Freen le dedicaba palabras amables, ella la veía triste, apagada... Sabía fingir muy bien, era su especialidad. Pero Sarocha sabía que pasaba algo más y que seguramente Beck se lo estaría guardando para sí misma. ¿Quizá para no decepcionar ni preocupar a nadie? No tenía ni idea, pero algo no estaba bien. Intentó hablar con ella a solas en más de una ocasión... sin éxito alguno; o eran interrumpidas o el horario era demasiado ajustado como para siquiera contar con la opción de relajarse.

¿Sería esa la razón —el estar entre el querer y no poder— por la que Rebecca empezó a aparecer en sus sueños? En ellos se miraban cómplices bajo la luz de la luna, paseaban de la mano por la playa, se abrazaban en silencio mientras el mundo seguía su curso a su alrededor... Cuanto más avanzaban esas imágenes, más notaba cómo la atmósfera se volvía más íntima entre ellas. Sin embargo, después de esas sensaciones tan acogedoras, sus rostros se desvanecen cual cenizas al mismo tiempo que un profundo pesar y una sensación de pérdida inexplicable la dominan por completo. ¿Tanta impotencia le creaba verla así que incluso su subconsciente se la traía en sueños o se estaba obsesionando con ella? Aunque se despertaba abrumada por la intensidad de las emociones experimentadas durante la noche, no le importaba: quería repetirlos, seguir disfrutando esos momentos ficticios con ella, aunque luego se perdieran en su memoria al despertar. Lo cierto es que, si ya de por sí tenía ganas de acercarse a ella, dichos sueños no la ayudaban a quitarse la idea de la cabeza.

Una joven estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora