Capítulo 4

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                              💓

El sonido musical me anunció que el elevador había llegado hasta mi destino para permitir que se abrieran las puertas. No estaba nerviosa, quiero decir, no había por qué estarlo solo iba a reunirme con Daniel, delimitar que trabajo haría cada uno dentro del proyecto y poco más. El resto lo terminaríamos individualmente para luego agregarlo al informe final.

Esto no era una cita ni nada por el estilo, aunque seguro fue lo que se imaginó el portero del edificio cuando le dije que me dirigía al ático antes de permitirme entrar. Daniel debía tener más dinero del que creí, cada apartamento de este edificio costaba casi tanto como mi beca universitaria durante toda mi carrera y el precio del ático debía ser  el triple de caro.

Tuve un poco de envidia por eso, vamos que no soy ninguna  snob ni nada, pero tendría que volver a nacer para permitirme algo así. Daniel sin duda ha tenido mucha suerte, mientras él vacacionaba en Palm Jumeirah en Dubái,  yo pasaba el verano en casa de mi abuela junto a mis padres en San Antonio derritiéndome del calor, que buenos recuerdos.

Bah ya no importa, solo quiero salir de aquí lo antes posible.
Caminé unos pasos por el pasillo brillante por el mármol bajo la luz de las lámparas hasta la única puerta en la pared contraria.

La puerta se abrió instantes después de tocar el timbre para mostrar a un sonriente Daniel que me recibió vestido tan solo por un pantalón de chándal gris oscuro y una camiseta blanca un poco holgada. Iba descalzo y en ese momento su típica sonrisa traviesa levantaba las comisuras de sus labios. Por un momento creí imaginar que mi mente lo encontró atractivo, no, atractivamente sexy ¿o no? Bueno definitivamente no fue eso lo que pensé.

-¡Christine! -fue todo lo que dijo antes de que sus ojos me repasaran de arriba abajo y otra vez de vuelta hasta que brillaron divertidos sobre los míos.

-Vas a invitarme a pasar y dejarás de perder el poco tiempo que tenemos o me doy la vuelta y regreso a donde deseo estar, que es muy lejos de aquí por si no sabías.

-Ja, claro pasa.

Lo seguí al interior del ático y ¡HOLLY SH...! ¿De dónde salió este lugar?    Es realmente magnífico el decorador merece un Oscar de diseño. ¿Querría decorar mi apartamento de paredes de ladrillo con descuento del 99%?

-No puedo creer que vivas aquí, este lugar tiene mejor gusto que tú.

Daniel sonrió ante mi broma, que no lo era tanto.

-Este ático fue un regalo de mis padres cuando cumplí dieciocho y pasé aquí unas vacaciones, ahora vivo en él a tiempo completo por la Uni, ¿Te gusta?

-Viviría aquí y no saldría en toda mi vida.

Estaba parada en medio de la sala dando vueltas en círculos para admirarlo todo.

-¿Quieres algo de  beber antes de ponernos manos a la obra? –me ofreció Daniel.

-Un refresco estaría bien.

No mentía cuando dije que no saldría de este lugar, era completamente mi estilo, mi lugar soñado, envidié ligeramente a Daniel por tenerlo. Hice un pequeño puchero triste, se lo compraré algún día.

La pared frente a mí y la de la derecha eran amplios ventanales de cristal por donde se podía ver el atardecer y toda una panorámica aérea de la ciudad. El resto de las paredes eran de color beige.

El piso enmarmolado en negro brillante con muebles en combinación de escalas del beige al gris claro o azul, con mullidos cojines. Algunas decoraciones como obras de arte y fotografías de distintos lugares exóticos del mundo. Todo estaba ordenado y en silencio. Sobre la mesa ratonera descansaba una laptop con algunos papeles en los que Daniel debía estar trabajando antes de llegar yo.

Dan- Imbécil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora