—Hija —murmuró mi madre mientras tomaba mi brazo—, quita esa cara por favor, parece que vas a un funeral, sonríe un poco.
A regañadientes, esbocé una sonrisa antes de que sirvieran la cena que la madre de José había preparado con esmero.
Cuando finalmente se dispuso la mesa para la cena, todos tomaron sus asientos. Intenté ocupar un lugar al lado de mi madre, esperando que José eligiera uno apartado para evitar cualquier encuentro incómodo. Pero, para mi infortunio, él se sentó justo frente a mí. Podía verlo de reojo buscando mi mirada, como queriendo comunicarse conmigo, pero me esforcé por evitar cualquier contacto visual.
En la mesa estaban mi madre y mi padre, los padres de José, mi hermano mayor Jacobo y las dos hermanas menores de José, Agnes y Ruth. Los diálogos fluían en la mesa, pero para mí eran solo murmullos.
Me sentía vendida como una mercancía, sin voz ni elección. El futuro decidido por otros, asegurando la posición de mi familia, me inquietaba más que la elección de mi futuro esposo.
Regresé a la realidad cuando vi al padre de José y a mi padre levantarse de la mesa.
—Familia, amigos, es un honor anunciar el compromiso de mi querida hija y José —exclamó mi padre.
—Felicidades, hijos —dijo el padre de José elevando su copa—, que Dios los bendiga con amor, paz y sabiduría para comenzar su nueva vida.
Sentí un peso aplastante en el pecho. La celebración de los demás se difuminaba ante mi inquietud y la mirada cruzada con José. Él parecía aliviado, algo nervioso, pero no preocupado por la decisión. Mientras tanto, yo vivía una mezcla de resignación y tristeza por lo que no sería. Al menos, podría decir que pasaría el resto de mi vida con un amigo y no con un extraño.
Después de la cena, todos se levantaron y comenzaron a conversar entre las familias. Mi padre hablaba con el padre de José, mi hermano Jacobo con José, mi madre compartía consejos con la madre de José, y yo solo observaba a mi nueva familia, sintiendo un shock interno.
Fue entonces cuando mis futuras cuñadas se acercaron a mí con gran entusiasmo. Traté de sonreír para disimular la inquietud que me embargaba en ese momento.
—Hola —dijeron las hermanas al unísono.
—Hola —respondí.
Ellas comenzaron a hablar sobre los detalles de la boda: la vestimenta, el lugar, la comida, entre otros. Estaban visiblemente emocionadas por tener una nueva hermana y parecían más entusiasmadas por la boda que yo misma. Mientras trataba de darles la razón, Ruth me soltó una afirmación desconcertante:
—José ha elegido bien.
—¿Cómo? Perdón? —respondí sorprendida, sin entender el verdadero significado de sus palabras. Fue entonces cuando Ruth confesó:
—José ha pedido tu mano a cambio del apoyo a tu familia. Le insistió durante mucho tiempo a padre para aceptar este compromiso. Pensé que sabías.
Me sentí consternada, incapaz de comprender cómo se había gestado todo esto.
Era posible que no solo me hayan vendido, sino que él mismo haya pedido comprarme?
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Antes de Cristo
Historical FictionEsta es la historia de María y José, una narración que se aleja de las páginas conocidas para adentrarse en un mundo de emociones, donde las decisiones se entrelazan con el destino, desafiando lo establecido para dar paso a un amor que despierta en...