[Capítulo 41]

5 1 0
                                    

La explosión se escuchó lejana y causó un pequeño temblor que llegó hasta nosotros. Ni siquiera estaba seguro de qué tan lejos se había oído.

Sin embargo, cuando vi que Bailán veía hacia la puerta y el pasillo que se asomaba al otro lado, supe que esa era mi oportunidad. Apreté los puños y, usando la distracción, me arrojé hacia él. Mis manos se dirigieron de forma automática hacia la pistola; tomé el cañón y lo tomé para que apuntara hacia el techo. Bailán se sorprendió y trató de quitarme de encima, mas yo insistí y ambos empezamos a forcejear por la pistola.

Siempre había tenido un extraño pavor por las armas de fuego... Debía admitir que incluso era suficiente con verlas para que me sintiera inquieto (pensándolo bien, quizá no era "extraño". Parecía ser que ese era el instinto más sensato que había tenido hasta ahora), y justo ahora había punzadas yendo contra mi pecho por el simple hecho de estar sosteniendo una pistola y peleando por tomar su control.

Tragué saliva y maldije por lo bajo, pues Bailán tampoco la soltaba y vi cómo deslizaba sus dedos al gatillo.

—¡No seas idiota! —le grité, empujándolo por el hombro y tomando finalmente la pistola. Sin embargo, eso no duró demasiado antes de que Bailán me empujara de vuelta y me hiciera perder el equilibrio.

Caí de bruces sobre el suelo y Bailán cayó encima de mí, y entonces el gatillo se accionó.

Se escuchó un disparo.

Tardé en procesar que no había sido una bala perdida. Había dado contra algo.

Abrí los ojos de par en par y vi cómo entonces la sangre comenzaba a emanar. Pero no de mí.

De Bailán.

La sangre fluía de su hombro, aunque algo más abajo; más cerca del pecho. Era densa y espesa y empezaba a formar una gran mancha en su ropa. Bailán estaba pálido y ahora me veía con notable confusión.

Miré la pistola. En mis manos.

No sabía quién había jalado del gatillo, pero al instante descubrí que eso poco importaba. Tragué saliva y vi que Bailán torcía sus labios en una mueca y trataba de levantarse, mas falló en el intento y acabó cayendo de costado. El sonido que provocó al chocar contra el suelo fue desagradable y perturbador.

—Mierda, mierda —solté, temblando, soltando el arma y escuchando cómo el ruido en consecuencia resonaba contra el suelo y las paredes, destruyéndome los nervios que me quedaban. Me acerqué vacilante a Bailán, viendo que ahora la sangre comenzaba a formar un pequeño charco por debajo de él. Ahora él respiraba con dificultad y tenía el ceño fruncido.

Bailán fijó sus ojos en mí. Sus pupilas algo vacilantes y lejanas. Me sentí tan extraño y surrealista, como si de pronto alguien más estuviera controlando mis acciones y yo no fuera más que una marioneta. Pero no era así. Mis acciones eran solo mías... yo había causado esto. Bailán había recibido un disparo y se estaba desangrando justo frente a mis ojos.

Estaba a punto de hacer algo (llorar, gritar, disculparme, ayudarlo, lo que fuera) cuando entonces escuché otra explosión. Hubo un griterío que me penetró el cerebro y me levanté con miedo al escuchar un par de ajetreados pasos correr por el pasillo.

Entonces se detuvo bajo el umbral una persona. Llevaba una máscara blanca y una vestimenta extraña, parecía ser una mujer a juzgar por su complexión. La miré paralizado y ella me miró de vuelta.

Entonces giró la cabeza hacia Bailán. El mismo que se estaba muriendo.

—No le disparé —fue lo primero que dije, como si aquello fuese lo más importante (sí que era importante para mí; convencerme de que no era un asesino). Vacilé y retrocedí un paso, repentinamente asustado, inquieto y con la mente nublada.

Good As It Gets © [COMPLETA] [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora