♡ : CAPÍTULO XXVIII

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Jeongin nunca había odiado a una persona, o no lo hacía hasta que había conocido a Yuna una semana atrás.

Odiar era una palabra muy fuerte, una que no se podía tomar a la ligera, odio era una palabra que describía como tenías repulsión hacia una persona hasta el punto de poder hacerle daño o desear que le ocurriese alguna desgracia. No era gracioso odiar a alguien, y ser odiado mucho menos.

No cuando eras odiado por Yang Jeongin.

Casi se sentía en la guerra con aquella mujer, siempre siendo la sombra de Hyunjin en el trabajo y hablándole con aquella empalagosa vocecilla. Jeongin quería ir a donde ella y decirle que hablara bien y que dejara de actuar como una santa cuando no lo era.

Hyunjin le había dicho que podría equivocarse y que en verdad él se imaginaba todas esas cosas por los celos a Yuna, pero Jeongin estaba seguro que no lo hacía. Podía ver claramente como ella que coqueteaba y miraba a Hyunjin de pies a cabeza siempre que le daba la espalda o hablaba con alguien más.

Jeongin trataba de no ser berrinchudo y quejarse con Hyunjin porque sabía que lo empezaba a irritar con sus supuestas alucinaciones con Yuna, pero moría de la rabia cada vez que esa mujer se le acercaba hasta el punto de ir hacia ella y preguntarle cuál era su problema.

Jeongin no tenía la culpa de ser directo y seguro de sí mismo.

Y Jeongin no estaba solamente enojado por la mera existencia de Yuna, sino también lo estaba por el comportamiento de Hyunjin, tan amable, respetuoso y caritativo con ella, prestándole dinero siempre que ella le lloraba que no tenía dinero para comer o pagar sus deudas. Jeongin solo podía observarla con sus brazos cruzados pensando que ni siquiera él había sido tan regalado como lo era ella.

—En la oficina hablan, dicen que Yuna es tu nueva amante. —le había dicho Jeongin un día de esos esperando a tener una reacción coherente donde Hyunjin dijera algo como "Solo te amo a ti" o "solo tengo ojos para ti" pero en vez de eso habían peleado y Hyunjin se había ido del departamento, dejándolo con la comida recién hecha y con sus emociones por los suelos.

Jeongin sabía que en una relación siempre había bajadas y subidas, peleas y hermosos momentos. Pero a Jeongin no le gustaba, odiaba pelear con Hyunjin y sentir su constante indiferencia.

—Cuando te des cuenta que estás equivocado y cuando entiendas que debes de dejar de ser tan caprichoso entonces ven a mí y hablaremos relajados mientras tomamos un café, de mientras no puedo verte así, confrontándome por solo ir a trabajar y hablar con mi asistente. —le había dicho Hyunjin la noche anterior para seguido darle la espalda y apagar la luz de la lámpara de noche.

Jeongin no había podido dormir esa noche, solo había pensado que esa había sido la peor semana que había tenido en toda su vida, con el estrés total en su universidad y las constantes peleas con Hyunjin y sus celos haciendo que todo su buen humor se desplomara.

Se dio cuenta que estaba exagerando, tenía razón. No debía dudar en Hyunjin, la confianza era la base fundamental de una relación, debía confiar en él y debía recordar que a quien amaba era a él, no a aquella mujer.

Había sollozado en silencio y para no levantar a Hyunjin se había encerrado en el baño a media noche, limpiando su rostro y esperando a calmar sus suaves hipidos mientras le mandaba un mensaje a San y era consolado por él mediante mensajes.

San había sido un buen apoyo en esa semana, y es que lo necesitaba, necesitaba un amigo con quien hablar y decirle que estaba perdido, estaba frustrado y enojado consigo mismo, y ahí había estado él para apoyarlo y hacerlo entrar en razón.

Y Gracias a San, Jeongin había dejado de llorar, había limpiado sus lágrimas y se había acostado de nuevo al lado de Hyunjin, acurrucándose detrás de su espalda sintiendo el calor de su cuerpo al estar cerca del suyo, ayudando en aquella noche la cual era húmeda y fría.

Bonsoir Monseur ❁ HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora