Bonsoir Monseur ❁ HyunIn

♡ : CAPÍTULO VII

Jeongin mantenía sus ojos cerrados mientras apretaba con sus manos la camisa de Hyunjin y se apoyaba de una almohada justo en el centro de la gran cama. Sus piernas estaban abiertas dando paso a Hyunjin quien se tomaba su tiempo para recorrer sus muslos y repartir uno que otro beso.

Hyunjin observaba delicadamente cada parte del cuerpo de Jeongin entre cada uno de los besos. Sus ojos cerrados y sus labios entreabiertos suspirando suavemente. Podía ver su cintura marcada, su cuello, sus largas y delgadas piernas que envolvían su cintura. Todo era hermoso y encajaba correctamente en él. Jeongin parecía estar a la medida para Hyunjin, tanto Hyunjin lo era para Jeongin.

La garganta de Hyunjin de pronto se sintió seca cuando Jeongin abrió sus ojos y le sonrió. El mayor tomó sus manos y depositó un suave beso sobre la mano de Jeongin, haciendo al menor reír y murmurarle un dulce "tonto".

Jeongin lo empujó hacia su cuerpo y lo encerró con sus piernas. Sonrió ampliamente cuando lentamente sus manos empezaron a bajar al vientre de Hyunjin para poder desabrochar la camisa que empezaba a estorbar. Hyunjin respiró sobre su mejilla y la besó, aprovechando para con una mano quitar sus zapatos y lanzarlos lejos de allí.

Ninguno dijo nada hacía el otro durante todo el proceso, ambos estaban en la misma sintonía y sabían lo que querían hacer y como lo iban a hacer. Suave, dulce y placentero para ambos era como la noche estaba destinada. La erección de Hyunjin presionaba contra su ropa interior, al contrario de la del muchacho quien estaba completamente desnudo desde hace minutos, tanto que Jeongin ni siquiera recordaba cómo se había desecho de ella, sólo podía ver de reojo las prendas regadas por toda la habitación.

Jeongin se inclinó y logró sentarse como pudo, deslizando la camisa por los hombros de Hyunjin para hacerla desaparecer de allí, Hyunjin lo acomodó y se estuvo sobre sus rodillas para rápidamente deshacerse de sus prendas restantes.

—Debemos darnos prisa, sólo quedan veinte minutos para que la hora termine.

Hyunjin rió y negó, empujándolo hasta recostarlo de nuevo, besando su cuello y deslizando su mano por todo su abdomen.

—Pagué por dos horas.

—¿Ah, sí? Dos horas para sólo entregarme un celular es un poco exagerado. — se burló sin dejar de mirar la mano de Hyunjin, quien se detuvo directo en su miembro y lo tomó para comenzar a masturbarlo lentamente. Jeongin se calló y cerró sus ojos nuevamente, obteniendo a reacción un suave gemido y un movimiento de caderas hacia delante presionando con su erección la mano de Hyunjin y su abdomen.

—Si tanto quieres tu celular no hay problema, te lo entrego ahora mismo y me voy. — Jeongin mordió su labio inferior cuando detuvo sus movimientos y estuvo a punto de apartar su mano. — Entonces alguien más tendrá que hacerse cargo de ti y de bajar tu pequeño problema. — Jeongin llevó su propia mano a la muñeca de Hyunjin para devolverlo a los movimientos que estaba haciendo y frunció el ceño.

—Cállate y muévete. — Hyunjin rió y besó sus labios fruncidos en un tierno puchero.

La otra mano de Hyunjin apartó la de Jeongin de su muñeca y la tomó, para entrelazar sus dedos y junto a ello pasarla por su mejilla, mientras con la otra subía la velocidad con la que acariciaba a su menor.

En otra situación, Hyunjin hubiera mandado al carajo el placer de su compañero y se hubiera centrado en el propio, como lo hacía siempre que estaba con Jennie, ignorando las constantes quejas de la mujer por mimos y cariños o su constante obsesión por aquellas empalagosas palabras de amor luego de terminar una inmensa y –según Hyunjin — aburrida sesión de sexo.

Pero entonces estaba Jeongin, quien era como un pequeño gatito, amando mimos, restregando su mejilla contra su cuerpo y anhelando su calor. Sonriéndole mientras chupaba su pulgar o lamía la mejilla de Hyunjin cuando estaba a punto de llegar al preciado orgasmo.