CAPITULO 12

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Franco

Busco mi móvil en la mesita de noche no sin antes reparar a la rubia que duerme a mi lado, hizo un muro con almohadas para que no pudiera volver a tocarla ¿acaso puede ser más infantil?

Tengo un mensaje

«Está hecho»

Un simple mensaje que alegra mi día.

Salgo de la habitación en busca de la bodega que esta apartada de la villa.

—Bueno Boris tu hora ya llego— dice Drago cojeando aún con el bastón cuando me ve entrar— pero antes sonríe un poco a la cámara.

Mario frunce el ceño ante las locuras de Drago y sí está demente el cabrón.

—Ey Marakov, feliz día— dice sonriente ante la cámara — pues tenías que mandar a toda tu gente para acabar conmigo y venir tu personalmente porque el inútil de Boris es toda una nenaza— palmea el hombro de Boris.

Boris ha sido torturado desde que llego, todos sus dedos fueron mutilados y curados para evitar que muera desangrado.

Drago se encargó de sacar cada uno de sus dientes, uno por uno.

Corte su polla e hice que se la tragara, fue apoteósico y asqueroso a la vez.

—Imagino que sabes lo mucho que amamos estos italianos de mierda hacer fogatas— indago ante la cámara.

Las carcajadas abandonan nuestras gargantas.

Boris es sacado a patadas, no tiene fuerza para permanecer de pie y gatea intentado escapar, cosa inútil porque las patadas que le propinamos lo devuelven al piso.

Se arrastra hasta llegar a la pira, su rostro palidece al ver lo que haremos con él.

Si por algo somos conocidos es por nuestra forma de torturar y lo agresivos que somos con nuestras vendettas.

—No, no, no— lloriquea mientras intenta retroceder.

—Atenlo— ordeno —que no se pierda ningún detalle—Carlos asiente con la cámara entre manos.

Mario y Mauricio lo atan en la hoguera y comenzamos a esparcir gasolina.

—Es una lástima no poder coserte la boca Boris, pero si lo hago me perdería de tus gritos— enciendo el fuego y en menos de un segundo todo está en llamas.

Los gritos de Boris son excepcionales, me satisface saber que cada día estoy más cerca y que los Makarov van cayendo uno a uno.

—Maldito— se retuerce de dolor y su carne comienza a oler a quemado.

—Mil veces maldito Boris, mil veces maldito— enciendo un cigarrillo tomando un poco del fuego con el que se quema — encárgate de que reciban el video con una linda nota.

Entro en la habitación y encuentro a la rubia aún dormida pero esta vez ocupa toda la cama y es un desastre para dormir, su largo cabello está por todas partes.

Avanzo a la ducha y opto por un traje gris de tres piezas para la reunión de hoy.

Un traje Campbell, no puedo negar que la cría tiene talento, es como si conociera exactamente mis gustos. Compré toda lo colección porque me gustaron todos, todos hechos en finas telas y colores neutros, a excepción del blanco que compré.

Hoy es un día especial así que uso el reloj de bolsillo del más grande capo de la historia, el abuelo Franco.

Entro al despacho.

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