POV JENNIE.
¿No podemos simplemente estacionar en alguna parte? ¿O ir a mi casa como sugirió?
¿En qué estaba pensando?
Miro por la ventana del lado del pasajero, concentrándome en mantener mis manos sobre mi regazo en lugar de removerme, porque todas estas casas me recuerdan a esa sensación con las que había estado luchando desde que era una niña.
Que hay lugares donde no pertenezco.
Suaves carreteras vacías de cualquier charco o baches.
Rejas y arbustos podados.
Casas blancas.
Vehículos blancos.
Montones de personas blancas que le darán un vistazo a mi apellido y pensarán que estoy aquí para limpiar, cocinar o robar algo.
Miro a Lisa, deseando que me hubiera dejado conducir, para no sentirme tan vulnerable justo ahora sin nada que hacer; pero luego capto un vistazo de sus tonificados muslos saliendo de su falda y exhalo, recordando. Sí, eso es lo que estaba pensando.
Sacudo la cabeza para mí.
Entra en su calzada, y miro los robles alineándose el círculo, una fuente derramando agua en el centro.
Reviso en las ventanas por luces.
Todo parece oscuro, a excepción de las linternas de gas, una a cada lado de la puerta delantera y dos más apostadas más allá a la derecha y la izquierda. Sin embargo, no puedo ver el tercer piso desde el interior del auto.
Lisa estaciona y sale.
—¿Tus padres están en casa? .—pregunto, dejando mi bolso escolar en el auto y siguiéndola.
—Mi papá probablemente no. —Carga su bolso, con sus llaves afuera mientras nos dirigimos a la puerta delantera—. Mi mamá no nos molestará.
Abre la puerta y entra, luces iluminando inmediatamente sin que Lisa haga nada. Vacilo un momento mientras se dirige a la pequeña mesa de entrada y deja caer sus llaves en un tazón de vidrio azul.
—No parece que esté en casa todavía.—dice Lisa—. Sus llaves no están aquí.
El vello sobre mis brazos se levanta, sintiendo el aire acondicionado escapando mientras inhalo la esencia de cosas nuevas.
O realmente la esencia de casi nada.
Parecido a como huele una tienda de muebles.
O una librería o un concesionario de autos.
Como lugares donde no vive gente.
Mi casa huele a madera húmeda, el ron picante que Jisoo derramó por todo el suelo la semana pasada, y los espaguetis de anoche.
Entro, cerrando la puerta detrás de mí, y golpeo el sensor en la pared, las luces atenuándose de nuevo. Me siento un poco más segura en la oscuridad. Justo como Lisa.
Se gira, dejando caer su bolsa al suelo, y me le acerco, lo único cálido en esta casa.
—¿Tienes hambre? .—pregunta.
Los cristales del candelabro tintinean sobre mi cabeza cuando el aire circula, y la escalera se cierne detrás de ella, ambas habitaciones a cada lado del pasillo central a oscuras, excepto por la luz lunar derramándose a través de las inmensas cortinas.
Deja caer sus ojos y juro que veo un sonrojo.
—Mi mamá siempre mantiene demasiada comida en el refrigerador. — Se ríe, sonando nerviosa—. No sé por qué. Apenas come, y mi papá apenas está aquí.