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POV LISA.

—¡Lisa, vamos! .—Rosé me tira hacia el auto de Lucas.

Pero hundo mis talones, todos dispersándose a nuestro alrededor y motores encendiéndose. Invitados de Mariette giran sus cabezas para ver qué está pasando, y Jisoo sale por la ventana, aullando mientras Jongin acelera.

Saber Point Lighthouse está a un corto kilómetro por la costa, y nos matarán en la carretera, intentando llegar allí primero. Qué perfecta tapadera para nuestro asesinato. No, gracias.

Lucas agarra mi brazo y me gira.

—¿Estás bien? .—Sostiene mi rostro, como si los radios de la moto me hubieran alcanzado.

—Estoy bien. —Bajo sus manos—. Fue divertido.

Se ríe entre dientes, enganchando un brazo a mi alrededor.

—Qué maldito imbécil.—gruñe Mina.

—En lo absoluto. —Aliso mi ropa y reviso mi bolso de mano para asegurarme de que nada se derramó cuando ese idiota me lanzó sobre su hombro—. No habría hecho nada de manera distinta en sus zapatos.

Yoongi es inteligente. Jennie estaba conteniéndose conmigo. Jugando mucho más agradable de lo que tuvo. Tenía opciones para venganza. ¿Por qué no las usaba?

Mina tira de mí.

—Salgamos de aquí.

—No iremos a ninguna parte.

Mis amigos me miran boquiabiertos, y no estoy segura si solo quieren ir a casa o todavía conseguir la bandera, pero definitivamente no quieren quedarse aquí.

Jennie sale corriendo del taller, ralentizando cuando no nos ve corriendo. Con sospecha grabada a su rostro, salta a la cabina de una camioneta, el chico en el asiento del pasajero saliendo y dándoselo y saltando a la cama. Jin se aleja conduciendo, Jennie junto a él, pero sus ojos permanecen sobre mí hasta que desaparece.

—¿Vamos a conseguir la bandera o qué? .—espeta Mark—. Nos van a vencer.

Retrocedo lentamente, mirando a mis amigos.

—Tengo otra idea.

Girándome, corro por la carretera, pasando los cobertizos y los descuidados jardines, casas apenas unidas con saliva y pegamento y astillada pintura azul.

—¿A dónde vamos? .—grita Rosé mientras dejamos las luces de la villa principal.

—Hay otra bandera.—le digo.

—¿Dónde?

Me giro, corriendo de espaldas con una sonrisita tirando de mis labios.

—Su casa.

Su boca se abre de golpe, y Lucas se ríe, todo acelerando sus pies y corriendo más rápido, emocionados.

Su casa no está de camino a la Mariette —la única razón por la que alguien del otro lado de las vías viene por aquí — pero he conducido por ahí una o dos veces.

Corremos a la casa, una vieja pocilga de estilo español que debió haber sido genial en su época dorada, pero la falta de fondos y el deterioro del valor de la propiedad alrededor la hace lucir abandonada. La luz del porche brilla, pero ninguna ventana está iluminada y ningún auto cubre la sucia carretera al frente.

Echo mi cabeza hacia atrás, viendo las tablillas de arcilla y las hiedras muertas escalando por las paredes de estuco al segundo piso.

Probablemente fue un hermoso lugar una vez. La bandera de Seminola cuelga sobre el garaje separado, la base soplando en la ligera brisa.

I love to hate youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora