❝Lennox Dolatte era un amargo con gusto por el dinero y asco por los dulces y chocolates.
Willy Wonka quedó maravillado con el negocio de Lennox. Incluso con lo amargo de sus dulces y chocolates, le pidió ayuda.
¿Que sería de dos hombres los cuale...
El ceño de Lennox se frunció cuando Evan se sentó a su lado en el ático de la iglesia. El aire crepitaba de tensión y Lennox no pudo evitar sentir una sensación de inquietud. Sabía que Evan tenía reputación de ser arrogante y manipulador, y no podía quitarse de encima la sensación de que su presencia no era una coincidencia.
Ambos habían crecido juntos.
Tanto Lennox como Evan, eran hijos de los prestigiosos chocolateros.
Tal vez por eso Evan se enamoró de Lennox, aunque para el rubio, nunca vió de esa manera al hijo de Prodnose.
—¿Qué te trae por aquí, Evan?—preguntó Lennox, su voz cautelosa mientras estudiaba al joven sentado a su lado.
Evan sonrió, sus ojos brillaban con una mezcla de picardía y satisfacción.
—¿Problemas en el paraíso con Wonka?—respondió, su voz llena de presunción.—Parece que tengo una oportunidad de intervenir y reclamar lo que es mío por derecho.
La mandíbula de Lennox se apretó y su mirada se endureció al encontrarse con la mirada desafiante de Evan.
—¿Crees que puedes lanzarte y aprovechar una situación difícil?—replicó, su voz mezclada con desafío.—Han pasado años, Evan, no sé por qué sigues aferrándote con uñas conmigo.
Evan se rió entre dientes, su arrogancia irradiando por cada poro.
—Oh, Lennox, eres tan ingenuo.—se burló, su tono condescendiente.—Estás vulnerable ahora y no tengo reparos en explotar esa vulnerabilidad.
Los ojos de Lennox brillaron con ira, su control sobre sus emociones se desvaneció.
—Te engañas si crees que puedes reemplazar lo que teníamos.—respondió con voz aguda y llena de convicción.
La tensión entre ellos alcanzó su punto máximo, la atmósfera estaba llena de animosidad y rivalidad.
El ceño de Lennox se hizo más profundo al observar la reacción de Evan. Estaba claro que Evan todavía sentía algo por él, pero el corazón de Lennox seguía firmemente centrado en su relación con Willy. No podía negar lo que Wonka provocaba en él y la idea de perderlo era insoportable.
—Evan, ya hice mi elección.—dijo Lennox con firmeza, su voz teñida de determinación.—Mi corazón le pertenece a Willy y no dejaré que nada ni nadie se interponga entre nosotros. Ni siquiera tú.
