Capítulo 3

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Pov Donghae

-¡Donghae!

Estaba tirado en mi cama, me había lanzando una sábana por encima y no pensaba salir en todo el día. Eran las cinco de la mañana cuando me había bajado los pantalones y los había metido en la lavadora junto a los bóxers, llenos de semen seco. Era asqueroso haber tenido que soportar todo el camino desde el hospital en bicicleta con la entrepierna húmeda y el esfínter contraído. Aún sentía sus dedos dentro de mí, penetrándome, sus colmillos mordiendo mis labios, su saliva curándomelos.

-¡Lee-Dong-Hae!

Me había acariciado entre las nalgas mientras me duchaba y jadeé cuando un dedo entró con tanta facilidad que me vi metiendo otro. Sus dedos eran largos y finos, y se sentían mejor que los míos. Los saqué antes de que mi pene despertara y tuviera que masturbarme con el agua golpeándome la cabeza. Apreté las piernas en posición fetal y cerré los ojos con fuerza.

-¡Joder, despierta! -Sungmin cogió la almohada que debía servirme para apoyar la cabeza pero que no estaba usando. Mi cabeza estaba bajo la sábana, doblada hasta hacerme una bola en mitad del colchón- ¡Des-pier-ta! -me golpeó con ella por todo el cuerpo sin parar hasta que emití un gemido de exasperación y saqué una mano para parar sus golpes- ¡Al fin!

-¿Qué haces aquí?

Tiró de la sábana hasta habérmela quitado totalmente, dejándome con el pantalón de pijama como única prenda. Puso los ojos en blanco y fue hacia el armario, abriéndolo, cogiendo una sudadera cualquiera, lanzándomela a la cara. Me la puse enseguida y me senté en el borde de la cama.

-¿No te alegras de verme? Hace casi un mes desde nuestra última fiesta.

-Ya. Esa misma fiesta en la que terminé llevándote a caballito hasta tu casa -y un vampiro te chupó la sangre. No se lo dije, no me hubiera creído, de la misma forma que se hubiera reído de mi si le enseñaba la marca de mi cuello y le decía que un condenadamente sexy vampiro de pelo rojo me había marcado mientras se refregaba contra mi culo.

-Como sea, ¿vamos de compras?

Levantándome, arrastre los pies descalzos por todo el suelo de la habitación, pasando por su lado y saliendo al pasillo, entrando en el baño sin necesidad de cerrar la puerta. Sungmin era mi mejor amigo, me había visto en muchas situaciones y por ello merecía más que confianza de mi parte. Pero ni en broma iba a contarle lo de...lo de...Hyukjae.

Hyukjae.

Me estaba volviendo loco. Sólo su nombre me hacia estremecer, la imagen de su lengua recorriéndole los colmillos cubiertos de sangre, susurrando un adiós y luego mi nombre, cerrando la puerta y dejándome solo en una habitación llena de bolsas de transfusión. Recordaba haberme quedado como un idiota mirando la puerta, seguro de que había sido real. Volví a tocarme el cuello y decidí vendarme la marca otra vez; Seyong, el pequeño niño sin pelo, me había arrancado la venda que había llevado puesta esos cuatro días. Aunque tenía cáncer, parecía más feliz que yo, era un niño demasiado optimista para su situación. Lo admiraba. Trabajar como pediatra y cuidar de esos cuatro mocosos por la noche era de las pocas cosas que amaba en realidad. Otra de ellas eran las historias sobre vampiros.

Me lavé las manos después de vaciar mi vejiga. Sungmin se miraba en el espejo cuando me di la vuelta, arreglándose el flequillo sobre un grano que yo no veía y él insistía en que era enorme. Me las sequé con la toalla, pensando en lo mucho que me apetecía volver a meterme bajo las sábanas. Preferiblemente acompañado de...de Hyukjae. Me gustaba su nombre, me gustaba casi tanto o más que él. Vale, no. Nada me gustaba más que él. Estaba bastante perdido desde que me había mordido en su castillo, no pudiendo volver allí solo por vergüenza, nervios e incertidumbre. Aquellos días no fui porque no tenía idea de que podía ocurrir, y hacia menos de doce horas había estado encerrado en un almacén con él, dejando que sus dedos me hicieran llegar al orgasmo.

RH+ [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora