Capítulo 9

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Pum pum...

¿Cuan difícil puede ser para un corazón decidir cuando dejar de latir? Para una persona normal simplemente se para y muere. Para alguien con problemas tal vez es algo que tiene meditado desde hace tiempo porque está cansado. Cuando se trata de un homicidio no tiene otra opción. Pero, ¿y si esa persona va a seguir viviendo después? Es bastante complicado que un humano comprenda esta cuestión. Yo tampoco lo entendía. Cuando me tocó, estaba solo, hundido, triste y aunque sufrí demasiado no tuve a nadie que me avisara de que era un muerto andante.

Pum pum...

Donghae estaba dormido a mi lado, pero su corazón estaba tan despierto como yo. Mientras su dueño estaba como un cadáver que puede abrazar a su almohada, él gritaba por ayuda. No podía hacer nada, por muy culpa mía que fuera, no podía salvarlo. Le acaricié la espalda y por primera vez en muchísimo tiempo sentí la necesidad de respirar. Me dolía el pecho cada vez más, con cada bombeo suplicante que atravesaba mis sensibles oídos.

Pum pum...

Pum pum...

PUMPUMPUMPUM...

Más y más rápido. Donghae jadeó y se retorció, pero seguía dormido. Apretó los dedos en las sábanas y entonces, mientras me daba cuenta de lo grandes que se habían vuelto sus colmillos, el ruido cesó. Su cuerpo se relajó por completo y siguió durmiendo sin darse cuenta de nada. Me llevé una mano a la cara y la froté como si fuera a conseguir algo con ello.

Muerto. Donghae había muerto. Y ahora era como yo.

Para siempre.

Me había dicho que tenía miedo, que no quería sufrir, que tenía pánico al dolor que ese momento le fuera causar. Yo le repetí que no lo había sentido, pero siguió murmurando su miedo hasta caer rendido. Lo que ninguno de los dos sabía es que quien iba a sufrir con eso era yo.

Es muy duro ver morir a la persona que amas. Y si te ocurre dos veces tal vez debas dejar de amar.

Por suerte, mi caso era la excepción.

Se dio media vuelta y murmuró mi nombre en sueños, escondiendo la cara en mi pecho, abrazándome. Pasé los dedos por su espalda y sonrió. Ya fuera despierto, dormido, vivo o muerto, era adorable.

Miré el techo a oscuras. Tenía que dejar de jugar. El sexo era genial, vivir con él me encantaba y saber que tendría toda la eternidad para amarlo no era ninguna broma. Es decir, a mí no me conocía nadie, pero él tenía amigos, familia, trabajo. La gente iba a comenzar a extrañarse, iban a darse cuenta de que no salía por el día, de que no compraba comida, de que tenía las persianas bajadas o no invitaba a nadie a su casa. Todo, con el tiempo, se volvería incómodo y peligroso para él.

Luego estaba su padre, en quién no había podido dejar de pensar y por el cual me había sido imposible dormir. Me daba tan mala espina ese hombre que solo quería alejarme de él y llevarme a Donghae conmigo.
Solté aire por la nariz y llevé mi otra mano a su mejilla.

-Lo siento. -susurré, acariciándola- Pero tenemos que irnos.

Pov Donghae

Me reí en silencio, tratando de quitármelo de encima sin despertarlo. Faltaba muy poco para que amaneciera y tenía que volver a casa ya, pero el pequeño me abrazaba tan fuerte que tenía miedo de moverme. Lo veía fruncir el ceño de vez en cuando, mover la cabeza para acomodarse en mi pecho, como si buscara algo con su oreja. Hyuk ya me había contado que no me latía el corazón y aunque me sentía diferente, sabía que no era por eso. La presión de mi pecho había crecido bastante esta última semana, desde que mis padres vinieron a casa. Desde que Hyuk vivía conmigo. Nuestra noche era como el día, era cuando yo trabajaba y él hacía lo que sea que hiciera, y antes de que amaneciera ambos estábamos en casa sin ningún indicio de luz solar. Todo parecía perfecto, aunque era consciente de que una semana no se comparaba con toda la eternidad.

RH+ [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora