Capítulo 8

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-¿Comida? -no pude evitar que una risa sarcástica escapara de mi garganta. Donghae se rascó la cabeza mientras miraba la nevera llena de alimentos que nunca jamás podría probar. Bueno, sí podía probarlos, solo si luego quería pasarse todo el día vomitando y con un horrible dolor de estómago. Miré por séptima vez las persianas bajadas, las cortinas cruzadas, las luces encendidas y el reloj que marcaba casi el mediodía.

-Mamá se extrañará si no comemos nada.

Me miró sobre el hombro, se notaba que estaba muy preocupado y yo realmente me sentía mal por ello. Me levanté de la silla y lo rodeé por detrás, intentando reconfortarlo de alguna forma.

-Podemos decirle que nos sentó mal la cena. -apoyando la barbilla en su hombro, cerré los ojos y tomé una respiración que me llenó la nariz con su olor. Era tan delicioso, tan dulce, tan Donghae. Después de decirle adiós a Anna, tenía que aceptar por completo esto que sentía y que su madre se creyera que yo era su novio me daba la oportunidad de juzgar por mí mismo como sería una relación después de tanto tiempo, aunque fuera falsa. Lo único que me preocupaba eran los sentimientos de ese chico de ojos marrones que temblaba entre mis brazos.

-Siento meterte en esto. -murmuró, bajando la cabeza y mis impulsos me obligaron a besarle la nuca y hundir la nariz en su pelo. Que buena sería una eternidad así.

-Será divertido. -le acaricié las caderas y le di la vuelta, acorralándolo contra la encimera.

Se le notaba nervioso, cohibido, el corazón le latía muy deprisa y aunque no respiraba si jadeó cuando di un paso para pegar nuestros cuerpos. Tenía tantas ganas de hacerlo. Hacía horas que no probaba esa boca adorable. Horas buscando ropa que pudiera agradar a sus padres, leyendo los libros que tenía en su habitación, viéndolo sentado en la silla de su escritorio en lugar de en mi regazo, mordiéndose el labio por los nervios y no por mi cuerpo sobre el suyo.

-Hyukjae...-apreté los dedos en la encimera, rozando un segundo nuestros labios.

-Llámame Hyuk, cariño.

Sonreí como un tonto después de decir eso, pero Donghae ya tenía los ojos cerrados y la boca abierta. Y yo ya no podía contenerme más. Me daba igual que sus padres estuvieran ya en el taxi de camino a su casa, solo necesitaba comerme a mi adorable aprendiz. Pegué nuestros labios y no tardó ni medio segundo en corresponderme. Recorrí sus pequeños caninos con la lengua, notando sus manos en mi nuca, oyendo cada desesperado bombeo bajo su pecho. Desesperados y suplicantes, no faltaba mucho para que dejara de latir y entonces se convirtiera por completo en lo mismo que yo.

-Hum...-enredó los dedos en mi pelo y tiró de él. Ladeando la cabeza, mordí todo lo que mis dientes podían alcanzar, lamiendo y volviéndolo a hacer, dejando su boca hinchada al no darle tiempo de curarse adecuadamente. Quería seguir así más y más tiempo, pero el timbre de la puerta nos interrumpió.

Me separé lentamente de sus labios, lamiendo el hilo de saliva y sangre que nos separaba. Vi como su lengua pasaba lentamente sobre su labio inferior, añadiendo el toque que faltaba a sus brillantes ojos y a esas mejillas profundamente enrojecidas. Algo dolió dentro de mi pecho y al momento siguiente Donghae ya no estaba delante de mí.

-¡Mi niño! -pude oír, sin necesidad de forzar ni mínimamente el oído. Era la voz de una mujer, luego fue la risa de Donghae y al final si tuve que poner atención para oír la voz de un hombre. Me arreglé la camisa como creí que era necesario y salí al comedor.

El pequeño sofá ya era ocupado por sus padres mientras que él estaba en una de las sillas que habíamos sacado un par de horas antes. Pocas veces me había sentido así, no, solo me había sentido así una vez, el día en que tuve que pedir la mano de Anna a su padre. Maldición, ¿esto eran nervios?

RH+ [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora