9. La gota que derramó el vaso

129 17 2
                                    

Empiezo a creer que te estas burlando, Kacchan. Hiciste una jodida escena en mi cita con Todoroki-kun. En ti es habitual el mal carácter, pero no creí que fueras a hacerme esto.

Lo intento, con todas mis malditas fuerzas intento hacer mi vida, recogiendo de a poco los pedazos de lo que TÚ rompiste. Me había costado tanto romper contacto contigo... Pero el grandioso Katsuki Bakugou no puede permitirle a un Mukosei como yo, vivir tranquilo, ¿verdad?

Todavía no logro sacarte de mi mente al 100%, pero por lo menos había logrado estar un poco tranquilo, había estado saliendo con distintas personas, mejorando mis calificaciones, recuperando mis actividades. Maldición, había recuperado un poco el control de mi vida.

Pero no. SIMPLEMENTE NO.

No pudiste tolerar verme salir con tu rival, llegaste e hiciste un horrible alboroto. Y lo peor de todo... el pobre de Kirishima-san presenció tu rabieta. Mientras me decías a mi que "no podía salir con el idiota de las mitades".  Todoroki-kun trató de mantener la compostura por mí, fue tan vergonzoso que notara que lo que decías me afectaba. 

Simplemente no pudiste detenerte ahí, y lo golpeaste. Me quedé petrificado, como un cobarde, afortunadamente, Todoroki-kun es alguien racional y sereno, y a pesar de ver en su rostro que quería devolverte la paliza, se contuvo y me llevó lejos de donde estabas.

Luego, en la escuela, no sé ni como lo hiciste, pero ahí estabas, frente a mí por más que trataba de evitarte. Te disculpaste torpemente por tu arrebato y confesaste haberme buscado por varios días a mi casa, pero que mi madre te decía que no me encontraba. Lo hizo porque yo se lo pedí. Ella no sabe nada de lo que hubo entre tú y yo, pero no desconfía de mí.

Por más que traté de rodearte y volver a mi aula, me detuviste, y en un desenfreno, me sujetaste en un cálido abrazo. Uno de esos cálidos que me dabas cuando éramos novios. Y me dijiste al oído que me necesitabas, pero en lugar de sentir el confort que tal vez hubiera tenido semanas atrás, una sensación de alerta se encendió en mi cuerpo y un miedo irracional comenzó a apoderarse de mí.

Volví a casa, desesperado y sin poder respirar bien, quería vomitar, y comencé a llorar desconsoladamente, arañando mi almohada gritando en ella entre sollozos, con una pesadez espantosa en el pecho. ¿Qué me está sucediendo?

No entiendo qué quieres de mí... pero me siento agotado, Kacchan.

------------

Mientras Izuku se encontraba escribiendo en su diario, Inko Midoriya, su madre, abrió la puerta delicadamente con preocupación, pues había escuchado el arrebato de sollozos de su hijo hace un rato.

—¿Izuku...?— No contestó. Lo vio ahí sentado en el escritorio, moqueando un poco, con los ojos hinchados sin apartar la mirada del cuaderno. A cualquier madre le rompería el corazón ver a su hijo sufriendo de esa manera.

Inko se le hacía un nudo en la garganta por no poder comprender la magnitud de emociones que atormentaban a su hijo en ese instante, pero sabía que había un detonante, y se trataba del amigo de la infancia de Izuku. Ella nunca quiso invadir la privacidad del peliverde, así que nunca indagó, pero seguía muy preocupada y ese día, verlo llegar a casa en ese estado y verlo ahora tan deplorable era algo que simplemente como madre, no podía soportar, y ella misma quería romper en llanto.

Sin embargo, después de pensarlo un momento, entró al cuarto ante la falta de respuesta de Izuku, él no le dirigía la mirada, no podía permitirse que Inko lo viera así. Para su sorpresa, sintió la cálida mano de su madre en su espalda, acompañado de su voz suave y compasiva "Déjalo salir, hijo."

El chico no pudo más, ante la calidez de su madre, rompió en llanto, abrazando aferrado a la mujer que le dio vida, mientras ella le acariciaba suavemente sus verdes rizos. Mientras Inko, tratando de no llorar, le decía que todo iba a estar bien.


El Diario De Un NerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora