Hincada en la puerta de casa, ruego
que estés cocinando la tarta de pollo.
Tu ropa colgada en el living
se deshace como las llamas del fuego.
Dejé de escuchar mis sueños,
ya no te escucho gritar
que yo sí podía escribir el último verso
de aquel poema que tiré a la basura.Te llevaste lo que destroce con tanta libertad:
tu amor.
Queda el recuerdo de tenerte
en casa esperándome con cuentos.