La mariposa se acerca
como una bestia
a la flor que brilla
gracias al abrazo de sus alas.
Una mariposa que esconde la boca
para no matar a la flor.
Una flor que sede su néctar
para saciar a la mariposa.
Pasan cambios de caras, pero
la mariposa no se harta,
lo único importante es
saciarse.
Pasan las estaciones
La flor se hizo vieja y se secó.
Lo único que la mantuvo
fueron los abruptos roces de la mariposa.
Un día
el cielo lloró
y la mariposa no.
Aunque dijo: Mamá, qué cálida eras.