Ocho

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Meruem:

Cuando tenía cuatro años supe lo que era sentir dolor, mi padre me había pegado con un palo en la espalda por haber quebrado por accidente la taza de café, mis hermanos no hicieron nada solo miraron ya que si se oponían a él les iría igual o peor que a mí.

A los diez años sentí la muerte cerca, mi padre me enseñaba a limpiar las estatuas de oro de la catedral y por lo pesadas que eran una se resbaló de mis manos, no se había roto ni echo un rasguño, pero mi padre se volvió loco por eso, me llevo a una habitación de la catedral, tomo un palo y me comenzó a dar en las manos, cuando mis manos sangraron mucho comenzó con la espalda , hasta llegar a mi rostro, mi cabeza me dolía y no podía enfocar mi vista lo último que recuerdo de ese día fue el rostro de mi padre envuelto en llamas y con el palo lleno de sangre en sus manos, Cuando desperté estaba en mi cama, mi padre actuaba como si eso no paso, sé que mi madre fue la que me curo.

Mis Hermanos se convirtieron en sacerdotes y cuando cumplieron la mayoría de edad fueron a las catedrales de los pueblos vecinos, sé que fue para evitar a padre ya que yo pienso hacer lo mismo, sigo viviendo con miedo a hacerlo enojar.

Mi madre falleció hace tres años, sentí como si el mundo me hubiera dado la espalda, como si los dioses me hubieran maldecido, mis hermanos me abandonaron y mi madre también, me enojaba y me hacía sentir triste cada día de mi vida, hasta que la conocí.

Esthe Williams una chica de tamaño promedio , piel pálida, un ojo gris claro y el otro café miel, cabello blanco y rizado, labios rosas y pómulos igual, su cabello brilla cada que sale al sol y su sonrisa ilumina cada que la luz desaparece, me hizo sentir feliz de nuevo y cada que estoy a su lado o la miro mis problemas desaparecen, no pienso en los golpes que me dará mi padre al llegar a casa porque no limpie bien el piso de la catedral o porque no le puse sal a la comida, simplemente dejo de pensar en lo malo y pienso en lo bueno que sería mi vida junto a ella.

🐉

Esa noche lucia hermosa, la habitación se iluminó al momento que mi vista la encontró, llevaba un vestido rosa de un tono pastel, su cabello recogido, brillaba a la luz de las velas, las perlas que llevaba puestas no lucían ya que su rostro opacaba el brillo de ellas, sus ojos brillaban cada que la flama de la vela se movía, su sonrisa hacía que pareciera que el sol había salido, se miraba feliz y eso bastaba con hacerme feliz a mi igual.

- ¿dónde está tu padre? - Albus apareció delante mío, vestía un traje negro y su pelo están peinado hacia atrás, cada vez que miraba sus ojos me recordaba a ella, y eso en ves de molestarme me gustaba

-no lo sé - dije tomando una copa de vino y tragándomela de un tirón

- ¿nervios? - pregunto algo burlón, todos lo estábamos sería el día en que todos se enterarían de las criaturas obscuras y eso me hacía sentir escalofríos y más porque mi padre tendría un motivo más para golpearme

-no -el rodó los ojos

-te volviste demasiado distante desde aquel día- tomo un trago y volteo a ver a donde mis ojos posaban

- ¿y eso que? - odiaba el hecho de que él sabía todo lo que pasaba en mi vida, odiaba que el fuera feliz y yo no, odiaba a Albus por el simple hecho de ser Albus y eso también lo odiaba ya que él no tenía da culpa de que mi vida fuera el infierno mismo

-extraño ser tu amigo, pero eso te abruma más que no serlo- miré confundido a Albus ¿apease de todo lo que le dije y le hice quería volver a ser mi amigo? Que odio que me da

-no me abrumaría, me molestaría - miraba a Esthe su sonrisa hacía que dejara de enfadarme

-claro - Albus tomo un bocadillo y comió, el aún miraba a esa dirección parecía que sus ojos brillaban por algo que miraba, tome otra copa de vino y esta vez la tome calmado - ¿te gusta mi hermana? - tosí debido a que no trague bien y a que me había sorprendido esa pregunta, él no me miraba seguía mirando a donde mismo

- ¿que? - si lo había escuchado, pero quizás cambiaria el tema

- creo que a ella también le gustas - me compuse en mi lugar ¿yo? ¿Gustarle? Eso sería maravilloso de verdad

- ¿por qué me dice esto? - me intrigaba el saberlo

- ¿conoces a Celeste Adam? -como odiaba que cambiará de tema tan a la ligera, este chico me sacaba de mis casillas

- si ¿por qué? - dije algo frustrado y tomando el vino de una de nuevo, tenía que calmarme para no romperle los dientes

-te ayudaré- me miro y sonrió

- ¿a qué te refieres? - estaba confundido

- con mi hermana, pero - aquí vamos - pero tu ayúdame con Celeste - el pequeño trozo de pastelillo hizo que me ahogara otra ves

- ¿te gusta Celeste? - me sorprendía, pero a la vez no

-shhh, baja la voz- dijo tocando mi hombro

-no me toques- le quite la mano, iba a hablar, pero un sonido de golpeteo en una copa captó la atención de todos, era el rey, lo más temido venía, tome una copa de vino y la tome de golpe, creo que tenía suficiente alcohol en el sistema como para poder estás aquí.

El rey comenzó su discurso al momento de hablar miraba como varios se sorprendían y otros sentían miedo, conocía la expresión de miedo en el rostros yo le e experimentado y la e visto durante toda mi vida , mire a alado del rey , mi padre me miraba fijamente , parecía molesto por algo , mi cuerpo comenzó a temblar y me puse rígido de repente, quería respirar bien pero sentía como si me ardieran los pulmones a cada suspiro de aire que tragaba, mi padre estaba molesto y eso significa que descargara su ira en mí, abecés no quería llegar a mi casa, pero no tenía donde más quedarme , no tenía amigos y lo único cercano a uno era Albus pero cortaría mi cuello antes de pedirle ayuda.

El rey terminó de hablar y los murmullos se escucharon, todos nos dispusimos a la encomienda del rey.

Sentí como el suelo temblaba y escuché gritos que provenían de fuera

- ¿Qué sucede? - Albus dejo su copa en la mesa y corrió en dirección a Celeste, Esthe estaba corriendo hacia el balcón y yo corrí para poder llegar a ella, mire como el suelo de su lado caía y su cara de pánico se grabó en mi mente, los escombros del techo callaron frente a mí y el suelo se partía, y sentí como la gravedad me llevaba con ella, caía junto a pedazos de escombros y personas, sentí el golpe en mi espalda y mi nuca, y lo último que mire fue un escombro caer alado mío.

¿Qué acaba de suceder?

¿Qué acaba de suceder?

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En el  brillo de las llamas rojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora