4.Luz en la oscuridad

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Jin—ah no era mala persona, quizás fuera un poco rara, pero no era mala persona

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Jin—ah no era mala persona, quizás fuera un poco rara, pero no era mala persona. Era el primer ser que no había intentado matarme en mucho tiempo, y en cuanto salí del baño, me sonrió. Por primera vez en mucho tiempo, quise devolverle la sonrisa a alguien. Me sentí bien.

Después de mirar mi nueva estampa, me llevó a una gran tienda de campaña donde había mucha gente. Todos me observaban fijamente, pero ya no me sentía tan intimidada como al principio, ya que sus gestos me parecían amistosos.

Cuando Jin se sentó en una de las mesas, un hombre mayor se acercó a nosotras y nos puso dos platos delante. Jin cogió uno y me lo dio.

—Gracias —le dijo.

Miré el plato. Parecía arroz, judías y pollo.

—Come y te sentirás mejor —dijo Jin sonriendo.

Asentí y empecé a comer. Era la primera comida caliente que tomaba en años. Sentí que se me llenaban los ojos de lágrimas y me las sequé rápidamente.

—¿Te parece bien que compartamos habitación? —preguntó Jin.

Asentí, estaba demasiado avergonzada para decir nada.

—Vamos, termina de comer. Luego nos vamos a la cama —dijo Jin mientras cogía su plato vacío.

Asentí y la seguí hasta las tiendas. Me condujo a una pequeña habitación, que tenía dos camas.

—Esta será tu cama, Chloe —dijo Jin sonriendo—. Yo estaré en esa otra.

—Gracias, Jin —dije en voz baja—. Yo... no sé cómo agradecértelo.

Jin se volvió para mirarme.

—Intenta no suicidarte, ¿vale?

Sonreí nerviosamente.

—Haré lo que pueda.

Jin me guiñó un ojo y se fue a su cama.

—Buenas noches, Chloe —dijo mientras cerraba los ojos.

La miré dormir durante unos minutos. Parecía tan tranquila, no como la primera vez que la vi. Entonces recordé que había intentado quitarme la vida.

Eso estaba mal, pero era justificable por el desespero que sentía. Estaba cansada de vivir sola, luchando por mi vida. Una vez más agradecí por Jin.

Hacía mucho tiempo que no hablaba con nadie. Era agradable volver a oír una voz humana... sentir que alguien se preocupaba por mí.

Tumbada en la cama, mirando al techo, mi mente recordaba los acontecimientos del día. Qué rápido habían cambiado las cosas. En la mañana, por sentirme sola estaba intentando acabar con mi vida y ahora, en la noche, estaba en un refugio con una chica extraña que me había salvado. Pensé en mis padres. ¿Cómo hubieran reaccionado si supieran lo que había intentado hacer? Seguro se sentirían decepcionados.

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