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Roselia vivió tantas vidas. Pasó por tantas cosas, que creyó haberlo visto todo. No existía una explicación exacta del por qué, pero siempre que una vida terminaba, reiniciaba la otra. Como quién termina de leer un libro, lo cierra y lo vuelve a abrir en la misma página desde el comienzo. Siempre resucitaba en el mismo momento de su juventud, en su decimoséptimo cumpleaños, junto a su hermano acompañado, dirigiéndose juntos a su gran banquete del debut.
Roselia se casó en su primera vida; en su segunda vida se volvió la mejor escritora del Imperio, en su tercera vida murió asesinada y en su cuarta vida permaneció casta e inactiva. Se percató que todas sus vidas tenían algo en común; la ausencia de su mejor amiga. Mayormente en todas sus vidas se sentía algo solitaria, por más que muchas personas la rodeasen. Su mejor amiga había sido el fruto prohibido de su hobby, la que le dio a conocer el grandioso mundo del bimor, al que ella tomaba muy enserio. Gracias a ella, se la pasaba leyendo espectaculares historias de romance que Roselia nunca había visto jamás; era una adicción tan fuerte como el azúcar, probablemente la razón de su existir.
La princesa no tenía muchas labores en el palacio, los labores fuertes y pesados los hacía su hermano, el futuro heredero al trono. Por supuesto, ella tuvo intenciones de ayudar, pero su hermano quería su libertad y su eterno descanso, que en cierta manera ella se lo agradecía. Por lo que la agenda de la princesa era tan vacía como una pizarra en blanco. La princesa era tan libre como una paloma para hacer lo que quisiera e ir a donde quisiera. O bueno, tal vez no lo último. La sobreprotección de su familia la obligaba a quedarse en el palacio, como la mayoría de damas aristócratas de la sociedad; aunque ella podía salir relativamente frecuente solo si le prometía a su hermano ir con más de quince escoltas.
Los novedosos libros de bimor que surgieron de la escritora anónima Rose la ayudaron a entretenerse en su palacio. Pasaba la mayoría del tiempo leyendo, devorando todas las sagas, los libros auto-conclusivos y cualquier contenido que Rose sacara. Quería conocer a esa tal Rose; besar sus manos benditas y su mente brillante por crear semejantes relatos. Quería seguir sus pasos, comenzar a escribir desde el corazón las infinidades de ideas que le pasaban por la mente sobre el amor apasionado que podía surgir entre dos hombres.
La anónima Rose resultó ser hija de un vizconde bajo del Imperio, la señorita Latte Ectrie, del vizcondado Ectrie. Toda fan hubiese deseado tener el privilegio que tuvo Roselia de invitar a su propia casa al autor que tanto admira. Más si es para hablar sobre sus libros, ¡o incluso que lean tus propios relatos! ¡Era una pasada!
Rose lucía como alguien de muchos misterios, una mujer recatada, reservada, que probablemente caminase con la frente en alto y con la nariz en punta, sin vergüenza de escribir lo que escribía y con orgullo de sus libros gays. Pero Latte era una chica algo tímida, —al menos con Roselia— para nada rígida, algo impulsiva y torpe, sensible y bastante tierna. Roselia congenió con Latte desde el primer día, se llevaban bien; Latte era muy diferente de las mujeres aristócratas que acostumbraba Roselia. Era auténtica en todo su esplendor, como encontrar una rosa amarilla en un rosal de rosas rojas.
La princesa y la señorita Ectrie tomaban el té de vez en cuando, mucho antes de que las dos se casaran. Cuando Latte Ectrie se casó, las visitas cesaron progresivamente, hasta hacerse nulas. Latte Ectrie contrajo matrimonio con el Maestro de la Torre Mágica, un hombre muy guapo que era codiciado y famoso en todo el imperio para ese entonces.
Latte Hebrim, ahora conocida como la anfitriona de la Torre, no era vista con frecuencia en las calles de la capital, como solía hacerlo en su soltería; vivía en una burbuja de amor encerrada con su esposo y dicen las malas lenguas, que su esposo se la pasaba con ella casi las veinticuatro horas al día.
El Maestro de la Torre iba al palacio por asuntos laborales, sin embargo, nunca llevaba a su esposa consigo. No existe razón para que lo hiciera, pero Roselia tuvo la esperanza de verla algún día en una de esas reuniones. Incluso se lo pidió al Maestro. Pero el Maestro era arisco con todas las mujeres que no se trataran de su esposa.
En sus siguientes vidas, las misma situación se repetía. Latte Ectrie siempre terminaba casada con un hombre de poderío, guapo, codiciado, y el matrimonio la consumía casi al completo. Hasta alejarla eternamente de la princesa Roselia. Las dos mujeres se enviaban cartas, muchas cartas, más por parte de la princesa. Pero como si la muerte ya estuviera anunciada, el intercambio de cartas disminuía con el tiempo hasta hacerse mínimo, y desaparecer. Latte no tenía tiempo para escribirle cartas, o si quiera ver a la princesa. Su tiempo se veía íntegramente arrebatado una vez daba a luz al primer hijo.
El matrimonio era tarea de una dama aristócrata en tomar el mayor tiempo completo; la crianza, la atención al esposo, la maternidad. Eso es algo que la princesa comprendía muy bien, pero estaba cansada. ¿Por qué no podría hacer algo diferente? ¿Por qué siempre le arrebataban a su amiga?
Era como si el tiempo de Latte en supuesta libertad tuviera fecha límite, antes que alguien la encontrara, antes que alguien se percatara de su brillo, antes que alguien se enamorara. Latte era un encanto escondido que no descubres a primera vista; un diamante en bruto que desvelas después de quitar la piedra.
En un cálido baño con agua de rosas, sobre su tina de porcelana, Roselia estructuraba su plan. Tomó unos cuantos pétalos del agua y se los llevó a la nariz para percibir el aroma de flor. El olor a rosas. El olor a Rose.
En esta nueva vida no se la llevarían. No lo permitiría. Estaba dispuesta a hacer lo que sea para mantener su libertad. En esta vida le pertenecía.
Con estos posesivos pensamientos, Roselia sumergió la cabeza en el agua.
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La ruta de la Princesa
Fanfiction🪷[ 𝒻𝒶𝓃𝒻𝒾𝒸 ]🪷 Un compromiso que hizo que se distanciaran, la princesa Roselia perdió casi todo el contacto con su amiga Latte. En un nuevo despertar, las fichas se colocan en el reinicio del juego. Roselia regresa en el tiempo a donde todo co...