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Un compromiso que hizo que se distanciaran, la princesa Roselia perdió casi todo el contacto con su amiga Latte.
En un nuevo despertar, las fichas se colocan en el reinicio del juego. Roselia regresa en el tiempo a donde todo co...
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Recuerdo fallecer un 13 de agosto. Un viernes. Justo el día en donde los alumnos terminaban sus exámenes del instituto y yo tenía todo un fin de semana para revisar.
El mundo al que se me había ofrecido la nueva vida era fabuloso.
Era como un final feliz para la complicada vida que llevaba en corea. Y lo era más cuando descubrí que la protagonista de esta historia sería yo.
¿Quién no quiere vivir rodeado de fantasías? Y mejor aún, ¿ser el atractor de todas las cosas buenas?
Había leído ésta novela centenar de veces, solo para que el mundo del cuál me había memorizado hasta las fechas fuera completamente diferente a los escritos.
Latte Ectrie era una dama de la aristocracia feliz. Tenía una familia bondadosa y muchas amistades que fui aumentando yo con el tiempo.
De alguna forma u otra, también me fui relacionado con los hombres más poderosos del Imperio, los protagonistas, los cuáles estaban destinados al personaje principal, pero que tras su ausencia se desató una amistad y un pequeño interés entre ellos y yo.
Me los cruzaba muy a menudo, y aunque no iniciamos una amistad romántica del tipo novela, después de varios atrases, malos ratos y conociéndonos lentamente, hice que ellos se fijaran en mí.
Mucho más que ser los protagonistas perfectos que leí en la novela, yo conocí a tres personas originales, que no eran sólo personajes, ellos eran personas reales. Tenían gustos, miedos, errores, talentos e intereses. ¿Dónde estaba la protagonista? ¡Vaya usted a saber! ¡Yo era la presente aquí y ahora! Y era para mí un regalo el de cumplir ese papel.
Además de ellos, también conocí a la hermana del príncipe, la princesa Roselia. Una joven completamente distinta de la que leí en la novela. ¿Acaso la princesa era tan segura e intrépida? Tal vez me había dejado llevar por los estereotipos de las princesas sumisas y torpes. Ahora cuánto me avergonzaba. Roselia era una princesa fuerte y dominante. ¡Y además era mi amiga!
Vi que se esforzaba mucho por acercarse a mí. Nos hicimos amigas bastante pronto. Ella había leído mis novelas bimor y era fanática de todo lo que escribía, es por eso que me invitaba a su palacio a conversar de los futuros libros y también a que la ayude a editar los suyos. Era muy entretenido. Sobre todo porque tenía a alguien con quién compartir mi identidad.
Mientras más nos conocíamos, se convertía en mi confidente. Ella era la princesa más hermosa que mis ojos podrían apreciar. Era como convivir con las princesas de los cuentos de hadas, mi corazón no soportaba las dulces sonrisas que me dedicaba cuando me miraba a los ojos. ¡Mi corazón bimor era demasiado débil ante sus encantos! Pensé que si la historia fuera distinta y ella tomara el papel de un protagonista obsesivo masculino, no tendría más opción que rendirme a su encierro.
