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Latte y yo habíamos iniciado un nuevo proyecto de literatura. Las tardes después del desayuno, en nuestro itinerario solo teníamos una tarea; escribir. Nos habíamos lanzado como una pequeña empresa de escritoras anónimas con el nombre de Rosel, y éramos un éxito en tiendas.
Mi hermano había tomado distancia de Latte. Aun así, eran muy buenos amigos. Los jueves festivos salíamos a tomar un picnic los tres juntos, mientras Rondemio nos contaba sobre las irónicas historias de las vidas personales de los integrantes de la Asamblea Internacional y las locuras que se presentaban en prensa, como que la reina de Satusfh se atoró con un trozo de carne y los condes de Nevervill la imitaron por cortesía. Todo un espectáculo que terminó en carcajadas confundidas y sonrisas fruncidas. Hasta que la mascota del duque de Juqzel, una cabra de gran tamaño entró a la habitación y tumbó la mesa chorreando la comida sobre los invitados. Fue la mejor cena que tuvo Rondemio en toda su vida.
Latte estaba más cómoda en su cuarto. Se escribía con sus dos padres o salía a verlos con mis escoltas. Aprendió a tratar con mis doncellas con etiqueta y portaba un título invisible en el palacio por debajo de mí y mi hermano, nada más.
La tarde de un viernes, estaba terminando la última revisión del capítulo número cinco de nuestra nueva novela. Guardé la pluma con mi tinta en la cajonera y salí de mi habitación hacia la de Latte.
En los pasillos, me fijé en que habían dos mayordomos respaldando su habitación en vez de cuatro. Pregunté por Latte y me indicaron que se encontraba en su propia sala de invitados. Me dirigí hacia allí con la libreta de cuero blanco sobre mis manos.
Antes de entrar en la habitación, percibí la risa sonajera de Latte.
—Su alteza real está entrando.
Latte se paró del sillón de terciopelo y se inclicó sobre sus faldas.
—Roselia, estas aquí.
A su costado, una mujer vestida de capa color grafito, la sombrerera de la capa puesta a los hombros, una larga cabellera negra como el carbón, con brillos azules bajo la luz solar y ojos tan verdes como esmeraldas dejó su taza de té a un costado de la mesa y se paró para saludarme con formalidad.
—Ella es Ibelin. —presentó Latte. —Es una amiga que conocí en la biblioteca.
—Es un placer conocer a su Alteza Real. Soy Ibelin Dott.—me saludó con respeto.
—El placer es mío, señorita Dott. —devolví el saludo. Ibelin y Latte se miraron nerviosas y luego pregunté por ellas. —¿Las interrumpo en algo importante?
—No. Solo la invité a probar los postres del palacio. ¿Le gustaría acompañarnos?
Asentí. Latte dejó su sillón y tomó asiento junto a Ibelin y yo me senté en el suave sofá de terciopelo blanco al frente de ellas. No emitieron palabra hasta un buen rato, como si hubiera congelado el ambiente con mi presencia.
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La ruta de la Princesa
Fanfiction🪷[ 𝒻𝒶𝓃𝒻𝒾𝒸 ]🪷 Un compromiso que hizo que se distanciaran, la princesa Roselia perdió casi todo el contacto con su amiga Latte. En un nuevo despertar, las fichas se colocan en el reinicio del juego. Roselia regresa en el tiempo a donde todo co...