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Narra Chiara

El estridente sonido de la alarma me despertó. Miré el reloj de mi móvil, las cinco de la tarde. Miré hacia el techo de mi cuarto, la cabeza me iba a reventar y estaba agotadísima. Aún podía oler el alcohol que desprendía mi ropa.

Me senté lentamente en mi cama y suspiré, estudiar en la mejor escuela de música del país y trabajar a la vez me estaba matando.

Mi nombre es Chiara Oliver, vivo en Barcelona y actualmente estudio en la ESMUC. Trabajo en una discoteca de jueves a sábado, por lo que solo tengo libres los domingos, cosa que me agobia un poco.

Vivo en un bonito piso decorado con plantas en cada esquina, que claramente, cuida uno de mis compañeros de piso, Martin. Es un vasco bohemio con bigote que estudia artes escénicas junto con mi otra compañera de piso, Ruslana.

Mis pies tocaron el frío suelo haciéndome recordar que hoy era sábado y obviamente trabajaba de nuevo. Cogí ropa limpia y me metí al baño, necesitaba una ducha calentita para liberar el cansancio.

- Chiara -dijo Ruslana entrando al baño mientras me duchaba - Me ha llamado Alex, me ha dicho que nos toca a nosotras colocar todo antes de abrir.

- Fucking hell, ¿No puede ir nadie más? siempre nos toca a nosotras pero sus amigos nunca entran antes porque les toca colocar ni les toca recoger. I'm tired.

- Te entiendo tía, pero no son todos así, Omar a veces nos ayuda - dijo mirándose al espejo.

Salí de la ducha envolviendo mi cuerpo en una toalla y suspiré. Es verdad que algún día suelto Omar venía a ayudarnos, pero era la única excepción. Al final las únicas que realmente trabajábamos duro éramos nosotras y Omar, los amigos de nuestro jefe, Álex, venían e iban cuando querían y se dedicaban a ligar.

- No te haces una idea de las ganas que tengo de cambiar de trabajo - dijo mientras se rizaba su larga melena pelirroja - ¿crees que hoy habrá mucho lío?

- Es sábado - respondí mientras me vestía - y por lo que he visto han bajado el precio de las entradas por ser la semana de las rebajas. ¿Qué sentido tiene? pues no sé, pero Álex aprovecha siempre para sobrepasar el aforo, ya sabes.

- Puf, pues prepárate para servir copas como una desgraciada, y mañana nos damos el lujo de darnos un baño con mis nuevas bombas y sales de Navidad.

Nos reímos y me empecé a secar el pelo mientras ella se maquillaba. Ruslana era una chica guapísima y es tan buena conmigo, no sé qué habría sido de mí si ella no hubiera estado en el piso. Martin estudiaba y trabajaba en un grupo de improvisación por las tardes y siempre estaba ocupado, fue por ella que ahora trabajamos en esa discoteca.


- Vale chicas, me habéis salvado la vida, nadie podía venir antes -dijo mi jefe con un tono de estrés mientras nosotras colocábamos las botellas en las estanterías. - En media hora abrimos, mi novia ha pedido pizzas para vosotras, tienen que estar al llegar.

- ¿Pizzas? - dijo la pelirroja a mi lado.

-Sí - contestó él con indiferencia - dice que os tengo explotadas y se siente mal, es una forma de recompensaros que estéis aquí ahora. Está todo pagado, no tenéis que preocuparos por nada.

Le dimos las gracias y apareció Omar con las pizas en las manos. Nos metimos en una sala que Álex la había amueblado como una sala de estar con unas taquillas para cada uno. Las pizzas estaban buenísimas, pero tuvimos que dejarlas allí porque las puertas ya se habían abierto.

La gente empezó a entrar y poco a poco la sala se llenaba, no dejé de servir copas en ningún momento y eso que solo eran las 12 y media de la noche. Vi como Cris, el dj, se acercaba a la barra.

- Hola Chiarita - dios ese nombre me daba grima - ponme lo de siempre porfa.

Le puse su bebida que constaba de, la cantidad un tapón, de ginebra y sprite con tres hielos. Lo dejé encima de la barra, y se lo apunté en la libreta que tenía a mano para luego pasárselo a Álex.

- Muchas gracias bombón -me guiñó un ojo y volvió a su trabajo.

Estaba en mi mundo cuando me fijé en el grupo que estaba todos los días allí. Siempre vienen los mismos y creo que conocen al dueño.

Una melena corta de color pelirrojo apareció de frente a mi. Sus ojos me miraban con una expresión divertida. Me acerqué a ella y ella se acercó a mi.

-Valla - dijo ella- ¿otra vez aqui?

-Trabajo aquí, tengo que estar siempre. -Ella se rió y yo sonreí.- Bueno puedo preguntar lo mismo ¿no?

- La fiesta tiene mi nombre, y si encima hay chicas guapas de camareras - Me miró de arriba a abajo - pues aún llama más la atención.

-Vaya, gracias por el cumplido - me reí. Trabajar en la noche te acostumbraba a soportar piropos así. - ¿Qué te pongo?

- Pues -Se giró a ver a su grupo que se acercaba- ponnos 6 chupitos de tequila de mango.

Preparé los chupitos y se los puse delante. Una chica rubia, alta, que no había visto nunca, pagó y ellos bebieron, a partir de ahí seguí con mi trabajo.

La gente no paraba de pedir, con el alcohol se impacientaban si no les atendías los primeros y solo éramos dos personas en esa barra, Ruslana y yo.

Casi al final de la noche la barra seguía a reventar con gente que esperaba sus bebidas. Me acerqué a un chico que estaba intentando pedir, cuando me dijo lo que quería, se lo puse y este al estar borracho se chocó con un chico con la cabeza rapada, ya le habíamos visto más veces y sinceramente, no sería la primera vez que la liaba en la discoteca.

Empezó una pelea a la que se fue uniendo alguna que otra persona más. Los vasos volaban por los aires, la gente se empezaba a marchar y nuestro jefe cada vez estaba más agobiado. Los de seguridad los echaron y en menos de una hora la discoteca estaba casi vacía.

Me apoyé en una de las neveras y de espaldas a la barra. Estaba agotada de este trabajo, me dolía todo el cuerpo y encima intentar estudiar para los exámenes de la universidad podía conmigo. Me giré y vi a una chica rubia bajita mirándome.

- Chiara -Me llamó y me acerqué extrañada- soy Denna, la novia de Álex.

- Hola - Dije amable- muchas gracias por las pizzas.

-No las des -Me sonrió- Ruslana y tú podéis iros ya a casa. Ya recogemos y limpiamos nosotros -Señaló a su grupo- Iros a descansar, que lleváis unos días duros.

Me sentía mal y no sabía si realmente irme o no, Ruslana cogió las cosas de las dos y tiró de mi mano hacia fuera del local. El frío de enero me dio de lleno en la cara y suspiré.

- Venga chocho, vámonos a casa a descansar -dijo Ruslana.

Una ronda de más // KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora