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Narra Chiara

Introduje la llave en la cerradura y no me dio tiempo ni siquiera a girarla, cuando aparecieron unos brazos tras la puerta y me empujaron hacia el interior del piso. Un muy interesado Martin, se encontraba sentado con las piernas cruzadas en el sillón, mientras que  Ruslana me tenía agarrada por el antebrazo.

-Siéntate Oliver -Me mando la pelirroja.

-¿Me vais a hacer un tercer grado o qué?

-Siéntate bonita, ven a mi lado -palmeó Martin el asiento al lado del suyo, a lo que yo, tras suspirar, le hice caso y me senté.

-¿Cómo que te has ido con la pelirroja? -preguntó Ruslana.

-No sé -respondí sincera.- salí de la facultad y me iba a pasar por la biblioteca, la cosa es que la vi y me dijo que comiéramos juntas.

-¿Te invitó no?  -Dijo Martin, a lo que yo asentí.- Esa es mi pelirroja 1.

- ¡Oye! ¿Cómo que pelirroja 1? y yo entonces que soy ¿la dos? -Dijo Ruslana enfadada.

-A ver Rusli, entiende que ella es más mayor...

-¡Me la suda tres cojones Martin! ¡Yo no soy la segunda de nadie!

-Bueno fiera -cortó Martin.- deja que nuestra querida Chiara, nos cuente como ha ido la cita.

-No ha sido una cita -respondí rápido.- Solamente necesitaba a alguien que le diese un consejo desde otro punto de vista. Eso hacen las amigas.

-Ya, amigas... -insinuó Ruslana.


El interrogatorio duró un rato más hasta que la conversación fue interrumpida por el móvil de Ruslana. Esta lo cogió y se fue rápidamente hacia la habitación, Martin y yo nos miramos y reímos.

Me levanté del sillón y entré en mi cuarto, era mi momento de soledad así que no se me ocurrió otra cosa que coger mi guitarra eléctrica rosa y empezar a componer.


Realmente no sabía cuanto había pasado desde que había cogido la guitarra hasta ahora, escuche unos pequeños golpecitos en la puerta. Extrañada ante esos sonidos, me levanté y abrí.

De pronto unos labios se estamparon ferozmente contra los míos, era un beso salvaje, nuestras bocas se encontraban torpemente, intentando no hacerle mucho caso al hambre que tenían. Su lengua luchaba contra la mía en una guerra que no iba a perder, mis ojos no podían abrirse, sentí su boca bajar a mi cuello, lo que me hizo suspirar muy fuerte. Notaba pequeños besos, mordiscos y yo me iba a volver loca.

Mi espalda chocó con la pared de mi cuarto, sus manos bajaron por mi espalda hasta introducirse en mi camiseta, la piel de mi espalda se erizó y solo notaba la ardiente yema de sus dedos acariciarme. Una de sus manos me acarició el abdomen y una descarga me recorrió la columna. 

Una ráfaga de valentía me recorrió entera y subí una de sus manos a mis pechos mientras empezaba a besar su cuello. Los suspiros que soltaba iban calentando más el ambiente, hasta el punto donde terminamos en la cama, sin ropa.

Nuestras bocas volvieron a la lucha que antes habían pausado y sus manos empezaron a acariciarme las piernas. Noté como una fuerza ardiente inundaba mi entrepierna y las ganas que tenía de deshacerme en su mano me estaba matando. Sus besos bajaron por todo mi cuerpo, haciendo así que mi calor aumentase, sus besos pasaron al interior de mis muslos, podía notar su respiración en mi centro y un suspiro salió de mi boca con más fuerza de la que hubiese querido.

-Joder, me pones mucho Vivi...



Me desperté sobresaltada, la luz de la luna entraba por la ventana, me encontraba encima de mi cama con la guitarra a un lado. Mi respiración estaba agitada, mis mejillas iban a explotar del calor que sentían y todo mi cuerpo había sentido una extraña... excitación.

Joder, ¿qué acababa de pasar? había soñado con Violeta, no podía ocurrir, somos amigas, no puedo ir soñando que me tiro a mi amiga. Intenté aclarar las ideas de mi cabeza pero con el calentón que llevaba encima era imposible. 

Cogí mi albornoz y me metí en la ducha, el agua caía por mis hombros y relajaba todos los músculos de mi cuerpo, aún así, no podía quitarme de la cabeza el sueño, cada vez que me imaginaba el tacto de sus labios con mi cuerpo, este se encendía más. Creo que era el momento de solucionarlo, y qué mejor sitio que bajo el agua caliente.


La ducha duró bastante más de lo normal, pero no me importó, era por una buena causa. Sequé mi cuerpo y me puse el albornoz. Me negaba a salir a cenar, a saber si había hecho algún ruido o no, me moría de la vergüenza.

Tras colgar el albornoz en el armario y apuntar una estrofa en las notas de mi móvil, que se me había ocurrido en la ducha, le puse a cargar, recogí la cama un poco y me metí en ella. 

Revisé por última vez mis redes sociales hasta que me llegó un mensaje poco esperado a mi Instagram. Digo poco esperado porque ahora no era un buen momento, no porque no quisiera hablar con ella.


@lanefervivi

Buenas noches Kiki🩷, me lo he pasado muy bien contigo hoy.

Cuando quieras repetimos 😉


Buenas noches Vivi 💜, me ha encantado comer contigo.

Estoy deseando repetir, descansa

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⏰ Última actualización: Mar 04 ⏰

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