04 | Corazón comprimido y una carrera alocada

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Luego de aquella conversación con aquel chico, Samantha dejó de lado su teléfono, por alguna razón hablar con él la hacían sentir nerviosa.

Sabía que Felix era el chico de su institución con más ceros en su cuenta bancaria, claro ella tenía dinero, pero no se comparaba ni un octavo a lo del peli negro.

Además el estudiaba medicina, mientras que ella estudiaba arqueología.

Cuando noto a dónde la llevaban sus pensamientos negó.

No ella no podía sentir nada por él.

Hasta donde sabía, él estaba comprometido con la hija de uno de los socios de sus padres.

Soltando un suspiro a la mismisima nada, se dejó caer en medio de sus sábanas.

Entonces su teléfono volvió a vibrar, pero a la vez alguien llamó a su puerta.

¿Y si era Felix?

Tomando su teléfono entre sus dedos, lo volteo.

Video llamada entrante de J. F. Felix.

Cuando leyó aquello en su teléfono se sintió desmayar.

¿Por qué rayos le estaba llamando?

Y como si fuera para el colmo, alguien siguió llamando a su puerta.

Con miedo aventó su teléfono al sofá que tenía y se levantó de su cama, caminando a la puerta cogio un florero.

No podía verlo a la cara.

Tragando saliva abrió la puerta.

No siquiera vio quien estaba detrás de la puerta y aventó el florero.























-¡Samantha!

Al escuchar esa voz, la castaña abrió los ojos, no era el pelo negro.

No, era su mejor amigo.

-Oh.

Fue lo único que dijo antes de escaparse de su amigo, saltando los vidrios regados, huyó.

-¡Samantha Rivera!

La castaña trago saliva, sabía que nadie la salvaría de aquel cruel destino.

Pero quería inténtalo, más cuando iba a cruzar la calle, se detuvo.

A lo lejos observó a Felix.

-Mierda -susurro para luego voltearse y correr de regreso, lo cual su amigo no entendió.

-¡Rivera!

Cuando Sam escucho que Osvaldo había gritado su apellido una vez más, hizo todo lo que pudo para no mirar hacia atrás.

Porque si miraba y su mirada se encontraba con la de Felix, su identidad "anónima" se iría directamente al caño.

Y que bien que así lo hizo, pues su amigo Osvaldo había gritado tan fuerte que todos se habian volteado a la dirección de ellos y Felix no fue una excepción.

Con pesar la castaña siguió corriendo nuevamente a su habitación.

Había pasado la vergüenza del año, pero nadie la recordaría.

No cuando su carrera era tan simple como ella.


-¡Me rindo! - grito cuando se aventó a su cama.

El castaño la miró desde la puerta mientras trataba de llenar nuevamente sus pulmones de aire.

- No puedo creer que pudieras correr todo eso - hablo el mientras se dejaba caer en el sofá -. Además, ¿De dónde rayos sacaste aquel florero?

-Molly lo dejó aquí.

¿Anoche? | Riverducción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora