Samantha
Se supone que los humanos sienten, que crean emociones y demás tonterías.
¿Por qué él odio no solo podía ser mi única emoción?
Si, sabia que era la que mayormente me controlaba.
Vamos, odiaba a todo mundo y esto era recíproco.
Pero de la nada una emoción que le hacía sentir cosas raras a mi estomago, apareció.
A lo mejor era el síntoma de una enfermedad, una de esas que aparecían en la serie del doctor house.
Pero, ¿cómo lo sabría?
Tomando mi mentón lo pensé mejor.
—¿Qué es lo que piensa esa cabeza tuya? — preguntó Molly sentándose en mi cama.
Si, Felix tenía razón de que compartiriamos habitación, pero el tonto había olvidado mencionar que también lo harían mis dos amigos.
El infeliz solo quería hacerme sentir pequeña.
Resople y unos mechones de mi cabello volaron con el aire creado.
Felix nos observo.
—Creó que necesito ir con un doctor, pero no puedo.
—¿Estas embarazada?
La mire como si se hubiera vuelto loca.
—No que yo sepa.
—¿Entonces por que no puedes ir?
—Porque no hay un doctor House.
—¿Esta bien tu amiga? — dijo Felix mientras reía y yo solo voltee los ojos.
—Si, creo, no lo sé — le contestó Molly observándome, pero no como a una humana, no, sino como si fuera un bicho raro, de esos que son feos.
—¿Por qué me observas así?
—Porque eres muy rara.
Cuando el peli negro escucho eso se rio.
—¿De que te ries? — le pregunte.
—Es que enserió — detuvo su discurso pues se seguía riendo —. Estas loca.
—Deja eso — dijo Molly —. De ha visto más de veinte veces todas las temporadas y sigue llorando cada que ve el capitulo final.
—Además de que opino de que Wilson y House devieron quedar juntos como pareja gay.
Molly rodó los ojos.
—Cada que hablas me confirmas que eres lesbiana.
🪷
La tarde había llegado y con ella el frío nos abrazo, por lo que en ese momento me arrepentía de no haber traído una sudadera.
—¿Hasta que hora estaremos aquí? — escuche que Osvaldo preguntó.
—Hasta la media noche — conteste yo.
—Madre mía, con lo que hace de frío ahora algo me dice que va a hacer más frío después.
—Lo hará — dijo Molly llegando a nuestro lado y sentándose en las sillas que habíamos tomado al llegar.
—¿Cómo sabes?
—El internet lo dice.
Mierda, debí haber visto el internet.
—Me voy a morir de hipotermia — dije mientras me abrazaba a mi misma.
—¿No trajiste una sudadera?
Negué.
—Yo traigo una — hablo Felix luego de que hubiera estado callado todo el rato.
—¿Por qué? — pregunté a la defensiva —. Además, no quiero que te mueras de hipotermia y me culpen.
Él rodó los ojos.
—Cheque el clima y observe que Osvaldo y tú no trajeron sudaderas, por lo que tome dos — dijo mientras nos la pasaba —. No te creas tanto — me guiño el ojo.
Con una furia interna tome la prenda, si, me había dado, pero prefería tragarme mi dignidad y vengarme después a ser estúpida y contraer una enfermedad.
Así que poniéndome la prenda de mala gana, la tela se arrastro por mi nariz, el aroma de su perfume entró en mi y temble.
Aloooo, meses sin saber de ustedes.
¿Cómo están?
Si, amo esta historia.