Capitulo 3.

9 2 0
                                    


El mismo día de la reunión con Armando en la cafetería, luego de ponernos de acuerdo y decidir que al día siguiente partiríamos a San Luis Potosí, fui directamente a la fiscalía a informar que, por asuntos personales, me encontraría de licencia, esa era una ventaja de ser un agente independiente. Estaría fuera de la ciudad por tiempo indeterminado, pero aún seguiría estando pendiente de mi celular y correos electrónicos, en caso de que surgiera algo importante y necesitaran alguna asesoría. Luego partí hacia mi departamento.

Al llegar a casa, marque a las únicas personas que realmente necesitaba a mi lado en esos momentos, Mónica y Esteban. Mis mejores amigos desde la infancia.

-Código rojo – dije en cuánto Mónica descolgó el teléfono.

-Vamos para allá. – colgó.

Mónica

Esteban

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Esteban

Esteban

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Me derrumbé en el sofá y me hice ovillo, abrazando mis piernas. Esto se había salido de mis manos, de mi control. Odiaba no tener el control de la situación.

Media hora después, tocaron a la puerta de mi departamento y supe que eran ellos. Me levanté con rapidez y en cuanto abrí la puerta ambos se arrojaron a mis brazos. De verdad necesitaba a los chicos. Segundos después me soltaron, Mónica me llevo abrazada al sillón de la estancia, mientras Esteban cerraba la puerta y colocaba unas bolsas de compras en el comedor, y se quitaba su chaqueta, colocándola sobre el respaldo de una silla. -Trajimos vino, papitas, y boneless. ¿Qué es lo que pasa?- preguntó mi amigo mientas se reunía con nosotras en la estancia, y colocaba las bolsas en la mesita frente a nosotros.

Mónica me soltó y fue a la cocina por copas, y platos para la comida y las frituras. Cuando volvió me tomo de las manos con preocupación.

- ¿Qué pasa linda? Te noto realmente mal, ¿has llorado? Tú no lloras, bueno, casi nunca... ¿Qué te hicieron? Los matare... - Mónica era muy protectora con nosotros, la verdad es que entre los tres nos protegemos mucho, siempre hemos sido los tres contra el mundo, yo los amo muchísimo. Ellos son la razón de que yo no me haya hundido, aún. Así que les conté todo, con lujo de detalles, la llamada de Armando, la visita al hospital, la semana que pasé encerrada, la reunión en la cafetería de hace unas horas, el testamento, las cláusulas, mis hermanos, Leonardo, el viaje de mañana, todo. Ellos escuchaban en silencio, salvo algunos gestos de impresión, o interrogación, no salía nada de sus bocas. Solo asentían con los ojos muy abiertos.

Los Herederos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora