Los Herederos.

Capitulo 7

6 meses después.

El estruendo espantoso del reloj despertador retumba por toda la habitación provocando que suelte un gemido de frustración, estaba teniendo un sueño de lo más agradable, aunque entre más tiempo paso despierta más rápido lo olvido, solo sé que tenía que ver con un hermoso par de ojos azules mirándome con intensidad.

Llevo ya dos semanas completas soñando con esos ojos y me tienen realmente perturbada, no creo haberlos visto alguna vez, pero entre más sueño con ellos más siento la necesidad de encontrarme con ellos en la vida real. Provocan en mi cierto anhelo, deseo y algo de nostalgia. En fin, lo mejor será levantarme de una vez y así aprovechar al máximo mi día, después de todo hoy será un gran día no solo para mí, sino para mis hermanos.

Me levanto motivada y me dirijo al armario, saco una camisa de seda amarillo mostaza de botones, un pantalón de mezclilla ajustado de color azul marino, un cárdigan de punto versátil en color azul marino y un par de zapatos de tacón alto en color amarillo mostaza, coloco todo sobre mi cama, tomo mi ropa interior y me dirijo a tomar una ducha que me permita despertar del todo y tomar total control de mis sentidos y pensamientos, ya que esto últimos 6 meses han sido una completa locura.

Debido a mi situación familiar tan particular, me vi en la necesidad de tomarme una licencia en la carrera de contaduría, para así adaptarnos a nuestro nuevo estilo de vida, ponerme al día en los negocios familiares y su funcionamiento, conseguir colegio para los gemelos, etc. Así que el día de hoy por fin es el inicio del nuevo semestre y podré retomar mis clases, también mis hermanos Leonardo, Liliana y Mariana iniciaran sus ciclos en sus respectivas carreras.

Los gemelos son los únicos que ya llevan medio año asistiendo a clases regulares, actualmente asisten a segundo año de secundaria y afortunadamente se han sabido adaptar bastante bien, incluso hicieron algunos amigos. Siguen siendo algo ariscos, pero hasta hoy no ha tenido ningún problema relevante.

Entre las intervenciones en fiscalía, la dirección del hospital y los negocios variados de la familia siento que desfallezco, jamás me había sentido tan cansada o estresada, pero creo que me las he apañado victoriosamente. Cuento con gente muy preparada haciendo frente a las empresas y dando excelentes resultados. Sin dejar de lado a mis hermanos quienes han aportado bastante, no han querido pasar desapercibidos, y hemos logrado formar un gran equipo. Entre las tareas del hogar, y los negocios todos han aportado su granito de arena y yo lo agradezco con el alma.

Aun me sigue sorprendiendo la facilidad con la que nos hemos acoplado los unos a los otros, es como si todos hubiésemos estado tan ansiosos por pertenecer a una familia que desde un principio pusimos todo de nuestra parte para adaptarnos lo mejor y más rápido posible. Sumado a esto, aunque somos personas completamente diferentes, con personalidades muy peculiares, encajamos a la perfección.

Flashback.

El día que fuimos por los gemelos al internado, fue un día extremadamente emotivo para todos, cuando los acompañamos por sus pertenencias a sus respectivas habitaciones fue algo triste el darnos cuenta que realmente no tenían muchas cosas personales, según me explicó Armando los chicos no se interesaban en adquirir mucho, aunque se les brindara ya que no querían personalizar sus habitaciones y llega a sentir que se era su hogar. Así que recogimos ropa, algunos libros y alguno que otro objeto de uso personal y salimos de ahí.

Al avanzar por los corredores del orfanato los gemelos se veían tensos y molestos pues el resto de alumnos y personal docente nos observaba con atención y cuchicheaban entre ellos descaradamente, Abel soltó una sonora carcajada y tanto Mariana, Mabel y yo nos giramos sorprendidas a ver el porqué de su reacción, pero mi hermanito recobro rápido la compostura. Ambos se irguieron y se mostraron dignos y algo soberbios ante los demás, siempre mirando hacia el frente con una sonrisa de medio lado y cada uno sujetando una de mis manos, hasta llegar a la oficina de dirección para irnos definitivamente de ese lugar.