Capítulo dieciséis

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2013

Querido Baekhyun,

No sé de dónde has sacado esta idea de enviarnos cartas y esperar tanto tiempo para poder leer lo que el otro quiere decir. Realmente no me convence, pero quizás si lo intentamos varias veces, puedas convencerme.

Las palabras no son lo mío, lo sabes y lo sé; así que prefiero contarte una anécdota. ¿Recuerdas nuestro último día juntos? ¿Ese día en el que robaste mi libro de la manera menos silenciosa posible? Pues gracias a ese libro he conseguido una amiga aquí, la universidad no es nada como en la escuela, tal vez no fue buena idea hacer caso a mi padre y venir tan lejos, pero queda tan poco de esta tortura que es más fácil terminarla y darle en el gusto.

En fin, esta amiga, Alex, como le gusta que la llame, es la dueña original del libro. Estudia también en Boston por deseo propio, aunque la verdad es que no sé más de su vida, al parecer no disfruta hablando de ello. Supongo que no somos los únicos en el mundo que prefieren callar sobre sus vidas.

Te envío un montón de besos que no puedo darte por el trecho que nos separa.

Te quiere,

Chanyeol.

La cama amortiguó su peso al lanzarse de espaldas, aplastando el libro de economía que uno de sus profesores había recomendado en clases, aunque a Baekhyun no podría importarle menos. En aquel momento sentía que estaba nadando entre las nubes por la ensoñación que significaba tener a Park Chanyeol escribiéndole cartas a la distancia por iniciativa cuasi-propia después de quejarse incontables veces por no querer hacerlo.

Haber engullido un montón de películas occidentales sobre enamorados escribiéndose a la distancia fue la mejor idea que había tenido en el año. Desde que vio a Sandra Bullock enviar a través de su propio buzón un montón de cartas al pasado supo que era una increíble idea para repetir. Estando tan lejos y siendo el correo tan lento, ambos podían disfrutar de leer cartas del pasado del otro, ¿qué más romántico que eso?

Bueno lo había y se trataba del mismo quejica que se negaba a compartir cartas románticas el día de su despedida.

Baekhyun, sin duda, era el mayor ganador de la historia y, como buen instaurador de las cartas románticas, corrió a escribir una respuesta. Siquiera parecía que era un riquillo, porque escaseaban en casa los folios pulcros, ni en el despacho de su padre, al que entró de puntillas, había una puta hoja. La situación, y la idea de no querer molestar a nadie para que comprara lo que él necesitaba, lo empujó a rescatar un papel que la impresora había intentado tragar la semana anterior, en la que todavía existían vestigios de tinta magenta en la orilla.

Mientras su subconsciente intentaba convencerlo de que a Chanyeol le daría igual el formato de presentación de la carta que fuese a recibir, otra fuerza interior, que se expandía por su delgado cuerpo, lo hacía sentir como el ser más detestable del mundo. Podía incluso escuchar la voz de su padre recordándole que era una basura, por cualquier error que cometiera, por los 99 puntos sobre los 100 del examen de cálculo avanzado, por no asistir a la reunión que su familia paterna organizaba cada trimestre, por colgar su abrigo por sí mismo, en realidad, por lo que fuese.

Quiso resistirse a la tentación de ser el chico perfecto que lo obligaron a ser, pero esas tonterías que le metieron en la cabeza terminaron por corromperlo y, lo único que pudo hacer en su estado, fue salir disparado de su habitación con nada más que su billetera y el lapicero que utilizaba para firmar acuerdos de importancia, gritando a viva voz el nombre de su chofer.

Querido Chanyeol,

Me es imposible creer que un pesado como tú pueda ser tan detallista, muchas gracias por tu carta. Cuando la trajeron para mí no podía creerlo, la señora Kim la recibió mientras estaba duchándome y tuve que dejar todo para escribir una apropiada respuesta.

Class of 2010Donde viven las historias. Descúbrelo ahora