Capítulo veintinueve

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2022

Navidad, esa rojo verdosa festividad que llenaba las calles con luces coloridas y ornamentos majestuosos, que unía labios a punta de muérdago y que tenía a medio mundo vuelto loco por los regalos aún no comprados. Navidad era la festividad más exasperante y nevosa del año, pero a Baekhyun, a diferencia del común de la gente, y también del personal de la mansión; le provocaba la misma sensación que un lienzo en blanco: vacío existencial. No se sentía, en absoluto, doblegado por las festividades decembrinas. Pero algo en su interior, una chispita molesta, quería empujarlo a ser conquistado por el espíritu navideño.

Probablemente aquella sensación de apego por la Navidad radicaba en el retrato de su madre, colgado sobre una chimenea llena de muérdago artificial y calcetines decorativos llenos de dulces que jamás se animaría a comer.

Baekhyun era capaz de perderse en los ojos pincelados del retrato frente a sí y lo hizo.

Podía sentir la presencia de su madre tan cerca como nunca, influenciada por el destello de los adornos navideños y el aroma a pan de jengibre que lo transportaban al pasado. La imaginó llenándose el estómago de gin con tónica y dulces navideños, sentada en su otomana mientras disfrutaba de las vistas hacia el jardín que ella misma había diseñado, orgullosa de aquel y todos sus otros logros y, sobre todo, feliz por tener un retoño con quien pasar su festividad favorita.

La recordaba la mañana de Navidad entregando uno a uno los regalos que había escogido minuciosamente para su personal de confianza, con aquella manicura francesa que retocaba cada quince días y su perfume de rosas que llenaba el ambiente y se mezclaba de la manera más exquisita con las velas decorativas color rojo pasión que, en conjunto con otros cachivaches navideños, adornaban la misma chimenea que ahora lo estaba cobijando.

Baekhyun la vio ahí, parada con una sonrisa resplandeciente, de esas con las que ella lo recibía en casa cada día, las que dejó de ver cuando aquella enfermedad le arrebató la vida.

La imaginó sosteniendo un regalo preciosamente envuelto con una tarjeta que señalaba su nombre. «Acércate, cariño, este es para ti», serían las palabras que ella hubiera utilizado si... si ella...

La capacidad de Baekhyun para modelar la realidad a base de sus añoranzas fue interrumpida por otro compás de corridas acompañadas de un coro de saludos por parte de algunos miembros del personal que avanzaban a paso raudo cuidando de no tirar las cajas que les impedía la visión. Él les regaló una sonrisa, volviendo la vista a la imagen de su madre y deshaciéndose del par de lágrimas que se acumularon vilmente en sus ojos.

—Esta Navidad va a ser como antes, mamá —murmuró a la imagen—. Lo prometo.


El día no dejó de avanzar asfixiantemente rápido para el personal de cocina, que no paraba de revolotear bajo las órdenes de un exigente y perfeccionista chef. Una Navidad como antes era, por lejos y para todos, una promesa difícil de llevar a cabo, pero no imposible. Aunque en aquel instante Baekhyun tenía la cabeza en otras cosas, no dejaba de estar al pendiente del entorno. Todos en la cocina se esmeraban en hacer un mejor trabajo que el año anterior, siguiendo a rajatabla cada una de las peticiones del chef mientras cuidaban de que nada se chamuscara siquiera un poco.

El dueño de media Corea, que no había parado de probar cuantas exquisiteces le permitieron, descansó su adolorida cabeza sobre el frío mármol de la isla mientras revolvía el cóctel sin alcohol que mandó a preparar minutos antes de que el ambiente se volviera un caos ante la falta de... ¿sal? ¿Alguna especia? No alcanzó a escuchar.

Lo que sí escuchó, como un susurro desde la lejanía, fue la voz de la señora Kim en un intento por convencerlo de irse a su habitación y descansar, alegando que le hacía falta un poco de color en las mejillas. La pobre mujer, que con las mejores intenciones, trató de prescindir del dueño de casa para no morir ella de una crisis nerviosa, no logró convencerlo de nada, ya fuese por el estado atontado debido al cansancio o por su terquedad. A pesar de negarse, Baekhyun no dudó en sonreírle por quinta vez en el día, asegurándole que no pasaba nada y que su malestar se trataba más bien de una falta de azúcar.

Class of 2010Donde viven las historias. Descúbrelo ahora