¿te vencieron en un mundo feudal?

140 18 2
                                    

En un bar olvidado de una estación espacial limitrofe se encontraba el antiguamente condecorado general Ragarts, caído desgracia luego de una terrible derrota en un mundo lejano.

-jajaja, aquí estás! Ragarts!-

Un oficial de la guardia entraba junto a unos chicos nuevos, aparentemente cadetes recién asignados.

-¿que carajo quieres ahora, Ximandes?-

-lo de siempre Ragarts, solo un poco de compañía y que le cuentes tu historia a estos chicos nuevos-

-porque no van a joder a otro lugar- dijo Ragarts con tono despectivo mientras observaba su copa vacía.

-vamos, amigo, no seas grosero con los muchachos- dijo Ximandes mientras pedía otra ronda de licor -estoy seguro que tú historia será muy ilustrativa para estos chicos-

Ragarts estaba apunto de perder la calma cuando uno de los cadetes habló.

-¿es cierto que fue derrotado por un mundo de primitivos con armas rústicas?-

Ragarts recordo entonces las batallas en ese condenado planeta y miró fijamente al muchacho.

-¿Primitivos? Niño, esos simios son bestias sedientas de sangre, solo no han llegado a las estrellas porque están muy ocupados matandose entre ellos-

-ja!- exclamó Ximandes -te dije que si le compras un trago se pondrá a hablar, vamos amigo, yo invito las rondas pero cuéntanos más, si-

Ragarts vió como le servían otra copa y comenzó a narrar lo sucedido.

Fue en el tercer planeta de un pequeño sistema solar, su astro principal era una enana amarilla joven, varios mundos, algunos rocosos y otros gaseosos, lo típico, solo nececitabamos un lugar donde acentarnos, el tercer planeta era prometedor, rico en recursos y con formas de vida variadas, decendimos y encontramos una raza que colonizaba gran parte de del mundo, carecían de un gobierno centralizado, solo eran un montón de reinos y naciones dispersas por la corteza del planeta.

Al carecer de un gobierno central o siquiera la tecnología para entablar comunicaciones se le catálogo como primitivos y su mundo un mundo feudal, como dicta la ley si un mundo carece de un gobierno que lo represente entonces es de quién lo encuentra, comenzamos entonces nuestro proceso de desembarco y tuvimos nuestros primeros enfrentamientos en un continente llamado Europa el cual estaba ricamente poblado por distintas naciones y reinos.

Escaneamos sus ciudades y aldeas y lo que nos llamó la atención de inmediato era el exquisito talento al manejar metales.

Ragarts bebió un sorbo de su licor mientras recordaba los hechos.

Debimos irnos en ese momento.

-¿Porque?-

Interrumpió uno de los cadetes, Ragarts lo miro fijamente y contesto.

-un mundo feudal primitivo, en un mundo así la artesanía más avanzada que conoceras es el manejo de la piedra y la madera, incluso talvez sean buenos usando cuero, pero no te esperas encontrar gente que usa metales, la mayoría, si no es que todas las civilización que llegan a usar metales se expanden rápidamente conquistando y unificando sus mundos, luego ya estás a un paso de llegar a las estrellas, pero estos simios no, aprendieron a usar metales pero no lograron una unificación, eran muchos reinos que sabían forjar y aún así se seguían matandose entre ellos-

Ximandes se apresuró a intervenir -vamos amigo, no asustes al chico, solo síguenos contando-

Ragarts miro fijamente al ojo del maldito cíclope y continuo.

Caímos sobre un basto reino Europeo, Francia, creo que era el nombre, con bombardeos orbitales arazamos sus castillos y ciudades crellendo que así detendriamos el poder económico de la nación, al carajo el plan, los malditos primitivos tenían una economía basada en el poder rural, sus ciudades eran poco más que adornos, dónde se reunía la gente importante, si fue un duro golpe para el gobierno pero no afectó ni a su ejército ni a la mayoría de la población, envié a mis tropas a tierra para comenzar la pacificación, pero los malditos respondieron rápidamente... Y descubrimos la debilidad de los escudos.

Los cadetes quedaron asombrados con lo que dijo el general, no sabían que las escudos tenían una debilidad.

Resulta que los escudos detienen la materia a altas velocidades, pero cuando la sintética es más baja de cierto límite el escudo simplemente no lo reconoce, estos simios estaban enfocados en el combate cuerpo a cuerpo y proyectiles de corto alcance.

-¿pero aún sí los escudos fallaban, las armas láser y de plasma debían seguir siendo efectivas?-

-¿estas escuchando lo que te digo, niño?- rugió Ragarts mirando al cadete

Si, claro que eran efectivas, contra los que no usaban blindajes, pero recuerda, estaban cubiertos de metal y bajo el metal usaban capas de cuero u otras telas, el láser era absorbido por la armadura y dispersado y plasma necesitaba varios tiros para calentar el metal y atravesarlo.

Durante varios días luchamos contra esos simios, pero en términos de infantería eran mejores.

Ragarts tomo otro trago y miro como uno de los cadetes intentaba preguntar algo, hizo un gesto con el hocico para que el chico hablara.

-bien, entiendo que fue una anomalía, pero aún tenías ventaja con tus máquinas y vehículos-

Por supuesto que tenía ventaja y quise aprovecharla, buscamos movernos, lejos de esos Franceses y sus armaduras y llegamos al desierto, ahí al fin pudimos asentar una base segura y comenzamos a lanzar blindados, pero al gente del desierto era tanto o peor que esos malditos europeos, cuando entendieron que no podrían atravesar el blindaje de nuestros vehículos comenzaron a usar un líquido altamente inflamable que escurría entre los pliegues del blindaje, hicieron arder a los pilotos de los blindados, claro que el vehículo estaba intacto, pero el aumento de la temperatura obligaba a los pilotos a salir o morir asfixiados.

Otro fracaso táctico, además, ese maldito planeta tenía un sin fin de climas cambiantes olbigandonos a tener que estar atentos al clima y de los simios.

En fin, intentamos en otros lugares, pero siempre era lo mismo, toxinas lanzadas a baja velocidad, trampas rusticas, malditas armas de repetición de sintética de baja velocidad, espadas capaces de cortar a un soldado por la mitad.

Si, los golpeamos, y golpeamos mucho, reventamos sus ciudades más grandes con bombardeos orbitales, enormes construcciones de piedra las volvimos polvo... Pero con cada nuevo golpe que les dábamos ellos nos devolvían tres más.

-pero... Y las naves, porque no usar un bombardeo orbital y acabar con todo-

Ragarts escucho la sujerencia del cadete y sonrió.

Sí, claro que hacer eso es reconocer tu derrota, pero era mejor que nada, comenzamos un ataque orbital, pero entonces una de nuestras naves fe golpeada por un arma desde la tierra... Los malditos primitivos habían usado ingeniería inversa en nuestros vehículos, eso y una institución llamada inquisición logro obtener los conocimientos necesarios de los prisioneros que capturaron.

No tenía forma de saber cuántos de esos cañones tenían, ni el tiempo para averígualo y antes de perder todo la flota, decidí retirarme.

-jajaja- Ximandes soltó una carcajada y luego se despidió de Ragarts.

El comandante podía escuchar como Ximandes le decía a los chicos que no creyeran todo, que solo era una forma de justificar el fracaso pero antes de salir del bar una noticia de última hora se veía en las pantallas principales, una enorme flota desconocida con enormes barcos con grandes velas solares estaba atacando una estación espacial cercana, cuando los reporteros mostraron a las soldados, Ragarts supo que su error había llegado aún más lejos.

Compendium HFYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora