Cuando la grieta se abrió, yo era muy joven.
Lo recuerdo, recuerdo el terremoto y luego como esos... Portales, se abrieron en todos lados.
Cómo si fuera un maldito manga, un sin fin de criaturas fantásticas comenzaron a salir de los portales, si, recuerdo que en el fondo me había emocionado, vamos, era un Otaku, como muchos de mi generación, siempre fantaseando con el momento en el que todo se fuera al carajo... Si, en el fondo yo quería una aventura... Pero no a ese costo.
El primer golpe de realidad que tuve fue ver cómo unos goblins saltaban sobre una señora, amiga de mi madre, y la tiraban al suelo mientras la apuñalaban una y otra vez, recuerdo el rostro de esos pequeños bastardos, lo estaban disfrutando.
Corrí, corrí, como todos los que sobrevivimos al primer contacto, corrí, creo recordar los gritos de mi madre, creo que voltee buscándola, pero no la vi, nunca más la vi, ni a ella ni a nadie más de mi familia.
Entonces escuché el rugir de los motores de los F-16, como buen Otaku sabía perfectamente lo que una de esas cosas podía hacer y me sentí aliviado de escuchar sus motores. Sí, dieron pelea, pero los dragones los superaron.
Demasiado duros, demasiado fuertes, los aviones de combate callaron uno a uno.
Seguimos vagando, verás, Santiago era una ciudad grande, incluso para los estándares Latinos, así que era relativamente fácil esconderse, recuerdo que en ese punto me había unido a un grupo de supervivientes, éramos cinco chicos y cuatro chicas, trataba de ayudarlos en lo que más podía, pero solían ignorame, sabía que no me querían con ellos... Pero estaba demasiado asustado como para irme por mi cuenta... O tal vez solo demasiado perdido.
Una noche una pareja salió a... Bueno a hacer lo que hacen las parejas jóvenes, recuerdo seguirlos, no fingire falsa moral, quería ver qué hacian, en ese momento un grupo de goblins liderados por un orco nos encontró, recuerdo como destrozaron al pobre chico, me caía mal, si, pero nadie merece morir así, intenté ayudar a la muchacha, pero los goblins fueron más rápidos, no podría describirte lo que le hicieron porque ni si quiera yo estoy seguro de que todo lo que ví sea real, corrí al refugio intentando ocultar me, pero el ruido alertó al resto del grupo y los muy estúpidos en lugar de esconderse salieron a ver qué pasaba.
En medio del caos y la sangre solo pude agarrar la mano de la Yennifer, en ese momento era la más joven del grupo, veamos si yo tenía dieciséis, ella debía tener unos trece o catorce años, ambos corrimos todo lo que nos dieron las piernas, pero estabas acorralados.
Volví a fantasear con mis mangas y mis historias, con la muerte tan cerca, tal vez mi cerebro quería darme una última distracción, pero entonces lo sentí y malditos sean todos los que se burlaron de mi por mis gustos.
Los goblins nos tenían rodeados y podía ver en sus rostros esa diabólica sonrisa entonces sentí como una calor comenzaba a rodear mi cuerpo y mis manos, no sé si lo hice sabiendo o si fue un acto reflejo o si solo fue un último acto de locura, pero levanté la mano e imagene una bola de fuego... Y funcionó, dispare fuego por mi mano, los goblins retrocedieron y no lo dude, volví a intentarlo y logré derribar a otro goblin... Quedé muy cansado pero eso fue suficiente para que los goblins que quedaban salieran arrancando, malditos cobardes, nunca luchan si no estan seguros de ganar, aunque debo darles las gracias, de haberse quedado nos habrían matado.
Luego de eso y junto a la Yenni encontramos otro refugio temporal, ella tuvo a bien recoger las armas de los goblins mientras los otros escapaban, ya habíamos aprendido que las armas convencionales no sirven contra los mounstros, solo son vulnerables a sus propios materiales, así que conseguir armas de ellos era fundamental.