La vida de Yuuji siempre ha sido complicada en varios sentidos; va desde tener que cuidar de su hermano menor, asistir a tiempo a la universidad, pasar con las mejores notas. En su vida no había espacio para un amor serio, tenía que centrarse en su...
Lo que comenzó cómo una mañana calmada que indicaba un buen día, finalizó en una tarde de brisa gélida que indicaba la llegada de la nevada de invierno. Un indicio a qué las vacaciones de temporada y el comienzo de la vida laboral de Yuuji estaba a la vuelta de la esquina.
Claro, podría seguir manteniendo sus pensamientos entusiastas que le mostraban los mejores escenarios ficticios de él en su futura vida laboral. Sin embargo, ante la situación que tiene enfrente, se le hace complicado imaginarse un futuro.
Haibara Yu, el hombre de cabellos marrones y sonrisa risueña, lo había escoltado hasta un barrio de gente adinerada, con casas enormes de dos pisos e incluso pequeños edificios cuyas funciones eran un misterio. Si no estuviera tan inquieto, lo más seguro es que guardara las mejores imágenes mentales y comenzara a soñar despierto.
Se había olvidado de Sukuna desde hace un buen rato, pues ya había dejado la preocupación a un lado cuando Haibara le mostró fotografías de su hermano jugando en un amplio jardín con varios cachorros regordetes. Y, de todos modos, Sukuna sabía tirar buenas patadas si es que alguien se quería pasar de listo.
-Hemos llegado.
La puerta trasera de la camioneta negra en la que va, es abierta por Haibara, quien con toda la amabilidad del mundo, lo ayuda a bajar como si tuviera algún tipo de discapacidad. De hecho, la actitud tan amigable del chico lo hace olvidar por instantes que está en una situación bastante seria.
-Estarás bien. Estoy seguro que no tomarán medidas drásticas.
¿Eso debería hacerlo sentir mejor?
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mientras tanto, envueltos en un ambiente tenso, los individuos de pensamientos y deseos contrarios, compartían una misma acción: juzgar con la mirada al heredero de la familia maldita más influyente que ha existido.
-...y me apuntaron con un arma para obligarme a hablar.
Nadie se estaba tragando su cuento.
Satoru se inventó una y mil historias para justificarse, creando los escenarios más absurdos que alguien pudiera imaginar. Todas las versiones eran diferentes y por eso mismo, nadie le creía en lo absoluto. Ya todos estaban conscientes que el único culpable de la revelación del secreto de los Gojo fué su culpa.
Empezó diciendo que fue a causa de la posición de la luna y, finalizó "confesando" que el dúo de hermanos eran unos cazarrecompensas que obtuvieron conocimiento del embrujo por fuentes exteriores y traiciones.
Por fortuna, ninguno le tenía que estar prestando atención. Nanami ya se había encargado de entregar copias con un escrito que relataba lo sucedido en la cena, explicando que se había llevado a cabo con el objetivo de resolver las diferencias entre los menores y, así evitar la expulsión de Megumi de la academia Jujutsu.
-Saquen a Satoru de aquí, yo me encargo del resto. -Nanami susurra en el oído de uno de los guardaespaldas de Gojo, recibiendo un asentimiento de Ijichi, el más confiable del personal.
