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Laura despertó sintiéndose observada.

Abrió los ojos lentamente y miró al borde de la cama.

Madeleine la observaba con una sonrisa plácida.

-¿Has dormido bien, cariño?-Preguntó.

-He despertado mejor.-Contestó.

-Por si te lo preguntas Sancho está durmiendo. La verdad es que si se lo encuentra poco a poco mañana se lo tomará mejor. Además no queremos que nos fastidie la noche.

-Bien hecho.

Le hizo hueco en la cama y se destapó para dejarla meterse dentro.

-Lo siento estoy reservándome para esta noche.-Dijo sonriendo.

-Claro.-Dijo decepcionada. La verdad es que ver a Rachel le había hecho valorar más a su actual pareja y ya no veía necesidad de estar con otras personas, pero lo haría por Madeleine.

Ella carraspeó y Laura salió de su embelesamiento.

Le ofreció la mano.

-¿Vamos?-Le preguntó Madeleine con una sonrisa.

-A liarla.-Dijo tomándole la mano con decisión y su esposa tiró de ella para ponerla en pie.-Un momento.

Laura sacó de la maleta un vestido rojo de encaje con abertura en la espalda y en la pierna derecha y se lo puso junto a unos tacones. No se puso ropa interior, no haría falta.

Los invitados estaban en el salón principal, algunos ya dándose masajes en la espalda, la habitación olía a excitación y expectación de semanas. Las miraron; Madeleine iba con un microtop que apenas le cubría los pechos, dejando ver generosa parte de ellos por debajo y una falda a cuadros con medias de rejilla; Mientras que Laura llevaba el susodicho vestido y más de un invitado se preguntó si era su imaginación o se podía ver su pubis depilado.

Caminaron, como si se tratara de un desfile de modelos, hacia los invitados que no apartaban la vista.

Estos abrieron el minibar y sacaron dos botellas de champán.

Madeleine se sentó en el regazo del señor Smichtd y Laura hizo lo propio con la esposa de este.

Andrew, el cura satanista, descorchó la botella que salpicó la blusa blanca de Kitty, la ex de Madeleine, haciendo que se trasparentase su sujetador negro de encaje.

Soltó un chillido ante el contacto con la fría bebida, miró hacia abajo y se sonrojó.

Se desabotonó la blusa y se la sacó.

La mirada de Michael Schmidt se desvió hacia sus pechos. Madeleine le cogió la cabeza con sensual decisión y se la volvió hacia ella, apoyándola en sus propios pechos. Michael hundió la cabeza en ellos y empezó a lamer entremedio.

Su esposa, Samantha, Ni corta ni perezosa puso una mano en el abdomen de Laura y empezó a bajar dejando cosquillas y jadeos en ella.

-¿Estás lista?-Le susurró en el oído mientras disfrutaba de su pesada respiración.

Madeleine se revolcó en el regazo de Michael, colocando su trasero sobre la verga de este.

-Claro.-Contestó decidida.

La mano de Samantha se introdujo bajo el vestido. Laura abrió un poco las piernas para dejar espacio a su juego de manos.

Soltó un gemido cuando esta tocó su zona más sensible, húmeda y palpitante.

-Sam, no.-Dijo Laura cuando esta intentó colocarle sus temblorosas piernas sobre las rodillas de Samantha.

-Quiero que todo el mundo vea como te hago correrte.-Justo entonces le mordió el lóbulo la oreja y el mundo le dio igual, que mirasen si querían, a ella solo le importaba ese momento, ese instante donde se formaba en ella el orgasmo.

Gritó fuertemente mientras se retorcía.

-Ahí esta señores, el primer orgasmo de la noche.-Anunció Madeleine.-Y es de mi hermosa esposa.

Laura fue calmando su respiración mientras movía sus caderas de forma inconsciente.

Madeleine la miraba con ojos dilatados y sonrisa tontorrona.

Samantha le hizo un gesto para que se levantara y así lo hizo.

Por fín miró alrededor y vio a Andrew y Kitty besándose mientras se masturbaban mutuamente y a su esposa siendo penetrada por Michael.

Se acercó con la gracia de una tigresa y la besó tórridamente.

Esta le devolvió el beso y sus lenguas danzaron.

Cuando se separaron Laura atacó sus pechos, lamiendo sus pezones en círculos y de vez en cuando mordisqueándolos.

Siguió bajando lamiendo su ombligo y besando sus caderas.

Madeleine suspiró pesadamente.

Llegó a su centro de placer y lo besó y succionó.

Las caderas de esta empezaron a moverse erráticamente y su vagina a estrecharse anunciando el orgasmo.

Michael se vació dentro de Madeleine abruptamente mientras le mordía el cuello.

Tras muchos orgasmos más se fueron todos a dormir, para continuar al día siguiente.

Una vez en la cama, tras ducharse, se dio cuenta de un detalle: No había visto a Rachel en ningún momento.

Sangre Y Placer Bajo TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora