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Laura picó a la puerta frente a la de Michael.

"Michael, pobre Michael"-Pensó con nostalgia.

Quizás hubieran pasado tan sólo unas horas desde su muerte, quizás fue anoche, pero se sentía como una eternidad. Ahí en el bunker, a mil metros bajo tierra, donde el sol del día no brillaba y el día pasaba sin darse nadie cuenta; el tiempo pasaba extraño y se sentía como cuando a uno le cosían una herida y la hemorragia seguía por dentro. Esa misma analogía se podía aplicar al sentimiento compartido sobre Michael.

En su mente había aceptado la muerte de Michael, pero la carne abierta tras la sutura que suponía esa aceptación todavía estaba palpitante y sangraba.

Samantha abrió. su cara estaba negra por el maquillaje aguado y tenía cierto aspecto de cansancio: quizás ojeras.

La verdad es que si Laura no sospechaba de Samantha tampoco descartaba del todo que fuera la culpable.

-Hola Sam. Lo siento mucho.

Cerró la puerta.

Pasaron unos instantes, en los que Laura pensó que no volvería a abrir, hasta que abrió de nuevo.

-Pasa,-Dijo con los labios rosados.

Laura se fijó en la copa dentro del armario mal cerrado.

Decidió ignorar eso aunque lo tendría en cuenta en la conversación.

-Siento que es una pregunta tonta, pero ¿Cómo lo llevas?

-¿A ti qué te parece?-Dijo con un dedo acusatorio.-Si no fuera por este maldito viaje Mike no hubiera muerto. Cada vez me convence más la idea de que tú lo has provocado todo.

"En eso no te equivocas"-Pensó.

-Lo siento. Yo no planeé esto.

-Pero le diste la oportunidad perfecta al asesino. Y por si fuera poco traes a tu hermano loco, puede que incluso sea él.

-No seas ridícula, ni siquiera salió de su habitación en todo el día.

-Me la trae al pairo. Siento que me estas ocultando algo.

-Para nada.-Mintió.

Se dio la vuelta al notar caer una lágrima.

-Vete. Y encuentra al asesino.-Le dijo.

La echó de un empujón y cerró la puerta tras de ella.

"Eso no ha salido como esperaba, pero ya esta totalmente descartada."-Zanjó su conversación mental y sus sospechas hacia ella.

Se dirigió hacia la habitación de Horacio.

Este le abrió la puerta y empezaron a charlar.

Él estaba sentado en la cama algo nervioso y Laura sentada en una silla.

-Si has venido a interrogarme: yo no fui, no vi nada y no sospecho de nadie.-Detectó que había dicho una mentira, pero no sabía cual.

Descartó que viera algo por el simple motivo de que se fue la luz, y no le iba a acusar sin pruebas. Así que la mentira tenía que ser que no sospechaba .

-Sé que es duro, que son nuestros amigos, pero alguien aquí ha matado a otro amigo. Y hay que averiguar quién.

Rompió a llorar.

-Creo que ha sido él.

-¿Quién?

-Andrew.

Puso cara de confusión.

-Él mató a alguien.-Laura se quedó conmocionada.- Hace doce años. Te dijo que era satanista ¿verdad? Y una mierda, es satánico.

Le dio la situación de que no estaba mintiendo.

-Explícate.

-Lo leí en el periódico. Un día hizo un ritual con sacrificio incluido. Pasó unos meses en la cárcel antes de que su padre pagara la fianza. Ya sabes todo lo mueve el dinero.

Sintió asco de que las hubiera casado aquel monstruo, pero por debajo de eso envidia de que él tuviera el amor de su padre.

Se marchó de la habitación. Horacio ya había aportado suficiente.

Si esa pista era real significaba que ya no estaban en peligro, así que fue a la habitación de Madeleine.

Entró y la encontró tumbada.

La despertó y le contó la situación.

-Eso es mentira.-Dijo sin inmutarse.

-¿Cómo?

-Fui al colegio con Andrew y Horacio. Horacio era un friki de la química, sabía todo sobre las prácticas y procedimientos de laboratorio, tanto que el profesor le confió las llaves para que lo cuidara; pero su familia era pobre. Empezó a producir drogas y venderlas para llegar a fin de mes y poco a poco su ambición creció. Por ese entonces Andrew conoció a Lola, una animadora con un gran futuro por delante que fue arrebatado por un conductor borracho. Andrew lo rastreó y planeó su venganza. Esa fatídica noche Andrew le pidió a Horacio una substancia extraña, exacto un veneno. Él sintetizó el más fácil de encontrar y con efectos dolorosos. No se si sabes el efecto del cianuro: quedarse sin respiración es quedarse corto. Así que Andrew se vengó y lo camufló como un ritual para pedir el atenuante por enfermedad mental. En los meses que pasó en la cárcel llamó la atención de la gente equivocada y tenía que mantener una coartada de amante de satán, pero él no cree, así que eligió la rama más inofensiva: el satanismo.

-Pero Horacio...

-Está claro que te ha mentido.

-¿Pero por qué?

-Puede que oculte algo.

Laura salió corriendo hacia la habitación de Horacio en busca de explicaciones.

Abrió la puerta. Este estaba agachado sobre su maleta, tenía algo en la mano.

-¿Qué tienes ahí?

-Te juro que no sé cómo ha aparecido aquí.

Se giró y Laura vio horrorizada como en sus manos estaba un pequeño bote con polvo de cianuro.

Oyó un grito en la habitación de atrás suyo.

-No te muevas.

Fue corriendo hacia el llamado de emergencia.

Samantha estaba en el suelo agonizando.

Sangre Y Placer Bajo TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora