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Laura vio a su padre.

Esteban Mártir estaba pálido como una hoja de papel de camino a la trituradora.

Su delgado cuerpo y sus ojos cerrados le dieron la certeza de que lo que no estaba hecho, hecho no estaba. De que lo que una vez dejó aparcado, esperando a que el tiempo calmara la tormenta, jamás volverá a intentarlo, nunca saldrá el sol en aquella playa llamada paternidad.

Lloró arrodillada ante el ataúd.

Rezó todas las oraciones que recordaba, de cualquier religión que hubiese estudiado la noche anterior en busca de respuestas; esperando que Dios perdonara a su padre por juzgar al prójimo, pero por dentro e inconscientemente rezó por su propia salvación, se sentía culpable por haberse fugado de casa y abandonado a su padre y a su madre enferma.

A cuyo funeral no pudo asistir, debido a que no sabía qué cara poner alguien que llevaba dos meses sin hablarle por mucho que esta llamara, todo por la intolerancia de su marido. Y sobretodo que la abandonó en sus últimos días. Días cruciales para su enfermedad.

Quiere pensar que no sufrió, pero por otra parte sentía que ojalá hubiera estado ella ahí para llevarse parte del dolor.

-Quizás si...-Se llevaba repitiendo toda la noche cuestionando infinidad de posibilidades.

Las lágrimas reprimidas se desataron cuando una tía suya se le acercó.

-Ha venido la hereje, la zorra de satán, quien retoza con el diablo, quien yace con el enemigo y quién hará que todos paguemos por sus pecados. Oh dios bendice este mundo con su muerte o inundanos para empezar de cero, un mundo sin ella.

-Tía Gertrudis, ya sé que no soy bienvenida, pero he venido a presentar mis lágrimas ante mi padre que ya está en la tierra prometida.-Todo esto le exasperaba.

-Oid las palabras del enemigo y caeréis en la tentación.-Gritó y se alejó.

Volvió al coche.

Madeleine le tomó la mano que hasta el momento no había notado que temblaba.

-¿Todo bien?-Preguntó calidamente.

-No.-Dijo con una sonrisa falsa bajo las lágrimas.

-¿Quieres mimos mientras esperamos a tu hermano?-Propuso.

-Chi.-Dijo con voz infantil y se abrazaron.

Laura despertó con una lágrima recorriendo su ojo derecho, había soñado con aquel día.

Mientras los recuerdos del sueño de aquellas memorias se evaporaban, ella se secó la mejilla y se vistió.

Se puso un vestido ajustado negro y unas botas , y se dirigió a la cafetería.

Ahí se encontró a Horacio, el ex de Madeleine, cocinando huevos con beicon.

De entre sus piernas saludó una mano.

Madeleine le estaba practicando sexo oral.

-Hola.-Le devolvió el saludo.

Se sentó en la mesa, los demás todavía no habían llegado.

Horacio gruñó y tras unos segundos Madeleine se levantó limpiándose la comisura del labio.

Se sentó junto a Laura y la besó.

Después llegaron Kitty que se sentó frente a Laura, Andrew al lado de esta, Michael al lado de su esposa y Madeleine y Sancho al otro lado de Laura. Nuevamente ni rastro de Rachel.

Horacio repartió platos y luego vino con una bandeja llena de huevos y beicon.

-Yo solo beicon, que los huevos ya me los he comido.-Bromeó Madeleine.

Sangre Y Placer Bajo TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora