Tras el viaje en coche llegaron a la colina, esta estaba rodeada de arbustos con punzantes ramas sobresalientes.
Buscaron la vereda, que había tras la cabaña, y pasaron.
La cabaña constaba de dos plantas y un laberinto de rosales, aparte de la sorpresa. La había reservado especialmente por su secreto.
-¿Qué hacemos aquí?-Preguntó Sancho con la respiración agitada por el esfuerzo de subir la montaña.
Se colocaron frente a la entrada.
-Celebrar nuestro aniversario.-Dijo Madeleine secándose el sudor.
-¿En medio de la montaña?
Laura vio luces anaranjadas en el pie de la colina.
-A callar.
Los invitados llegaron en plazos de quince minutos.
Primero llegaron Los Schmict, unos viejos amigos. Luego un ex novio y una exnovia de Madeleine con quien todavía tenía buena relación.
Y por último el cura satanista que las casó.
Ellas dos eran agnósticas, pero si había que creer en un poder superior querían creer en uno que no juzgara y fuera amigable con el colectivo. Además al ser lo contrario a la iglesia católica les daba puntos a favor.
Una vez se saludaron Laura sacó la llave y abrió la puerta de la cabaña.
-¿No deberíamos encender la hoguera?, aquí hace frío.-propuso la señora Schmidt.
-No hace falta, en realidad lo tenemos todo preparado.-,Contestó Laura.
-Pero primero los móviles.-Anunció Madeleine.
Todos entregaron los suyos y los guardaron en la caja fuerte.
-He aquí la sorpresa.
Laura echó a un lado la alfombra destapando una trampilla.
Los invitados soltaron un mini grito de expectación.
Laura la abrió, revelando unas escaleras.
-Esto es un búnker construido durante la guerra fría y reformado para crear un espacio de lujo y placer.
Bajaron las escaleras.
Todo estaba oscuro.
Madeleine dio al interruptor y se hizo la luz.
Todo se iluminó de colores neón ante la incrédula mirada de los invitados.
-Si alguien quiere retirarse es el momento.-Dijo Madeleine.
Todos negaron con la cabeza.
-Muy bien.-Dijo y abrió el panel.
Introdujo el código y se cerró la puerta de metal.
-Dentro de una semana podremos salir, mientras tanto sois bienvenidos de usar todas las instalaciones.
Sancho volteó los ojos.
Entraron.
-Madeleine, ¿Puedes ocuparte tú de los invitados? Me muero de ganas de probar la sauna. -Preguntó Laura.
-Claro, cariño.-Contestó su novia amablemente.
Laura se marchó por un pasillo hacia los baños, por el camino activó la calefacción.
Llegó a la estancia en cuestión, era una habitación de unos quinientos metros cuadrados, que constaba de taquillas para dejar las pertenencias, un cuarto de lavado público y otro más íntimo y rústico con una bañera de madera y todo tipo de geles, una sala de vapor y una sala de masajes con todo el aceite corporal que necesitarían cien personas en un siglo.
Guardó la ropa en una taquilla de donde cogió la llave correspondiente y se la colgó de la muñeca gracias a la pulsera en la que venía la llave.
Cogió una toalla, aunque no haría falta o eso pensaba ella.
"La fiesta comienza esta noche"- Se recordó a sí misma.
Entró en la sauna envuelta en la toalla.
Se sentó, exhausta de subir la montaña, y abrió las piernas en un gesto de comodidad y de que nadie miraba.
Se quitó la toalla.
Empezó a sudar y su piel a brillar.
Se masajeó los pechos aliviada de por fin no tener nada que los apresen, es difícil encontrar sujetadores de su talla al tener una copa H y casi siempre llevaba más pequeños, causándole dolor.
Se pasó la yema del dedo por la areola izquierda, se estaba empezando a excitar pues notaba algo más que sudor bajar por sus muslos.
Pero se quería reservar para esa semana, llevaba una semana sin tener sexo con Madeleine para llegar allí y montárselo a lo bestia con todas las invitadas.
Gimió de sólo imaginarlo, se mordió el labio y estuvo a punto de ceder a la tentación cuando la puerta se abrió.
Se colocó la toalla rápidamente.
La persona que entró era una chica alta y rubia con una coleta alta y ojos verdes con confianza a pesar de no llevar toalla.
La reconoció.
-¿Qué haces aquí?-Preguntó Laura.
-No me hablas por un año y me preguntas eso. ¿En serio?-Contestó Rachel.
-Habíamos roto. ¿Recuerdas?-Dijo y se dispuso a marcharse.
Rachel la empujó contra la pared.
Laura hizo un esfuerzo por mirarla a los ojos.
-Lo siento, no he empezado con buen pie, siento haberte puesto los cuernos, pero quiero volver.
Laura la abofeteó.
-No te atrevas a tocarme ni un pelo.
Dijo y se encaminó hacía la salida.
-Una última cosa.-Dijo Rachel.
No se giró, pero paró en seco cuando la escuchó.
-Sigo enamorada de ese culo.-Entonces se dio cuenta de que en el empujón se le había caído la toalla.
Le dio igual, total esta noche todos la verían como Dios la trajo al mundo, y se marchó.
Ni siquiera se duchó para quitarse el sudor sino que fue directamente hacia Madeleine.
Su hermano se puso rojo al verla.
Laura cogió de la mano a su esposa y la condujo a una habitación para discutir.
-¿Qué hace Rachel aquí?
-La invité. Creía que te iría bien reconciliarte con tu pasado.
-¿Qué? ¿por qué? Y a todo esto ¿Cómo ha entrado? La puerta no se volverá a abrir en una semana.
-Vino ayer, le pasé la dirección y durmió en la habitación seis.
Se dio la vuelta enfadada y salió de la habitación.
Se dirigió a los invitados, que la miraron de arriba a abajo.
-Seguidme.-Les hizo un gesto.
Se volteó y los condujo al pasillo de las habitaciones.
Notó miradas en su trasero, pero las ignoró.
Tras recrearse en la vista los invitados comenzaron a caminar.
Una vez Laura les enseñó la habitación que correspondía a cada persona durmieron la siesta para estar descansados por la noche.

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Sangre Y Placer Bajo Tierra
Misterio / SuspensoLaura y Madeleine forman una hermosa pareja. Por su aniversario ellas van a celebrar una fiesta de intercambio de parejas durante una semana en un bunker en las montañas. Dicho bunker, abandonado desde la guerra fría y ahora convertido en un oasis d...