05.- Ágata

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Los rodearon unas siluetas negras salidas de la nada, que les cerraron el paso a derecha e izquierda; varios pares de ojos brillaban detrás de las rendijas de unas máscaras, y una docena de varitas encendidas les apuntaban directamente al corazón;...

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Los rodearon unas siluetas negras salidas de la nada, que les cerraron el paso a derecha e izquierda; varios pares de ojos brillaban detrás de las rendijas de unas máscaras, y una docena de varitas encendidas les apuntaban directamente al corazón; Ginny soltó un grito de horror.



—Dame eso, Potter– repitió la voz de Lucius Malfoy, que había estirado un brazo con la palma de la mano hacia arriba. Harry notó un espantoso vacío en el estómago. Estaban atrapados, y los doblaban en número. —Dame eso,– dijo Malfoy una vez más.



¡Oh gran mierda! Pensó Draco sabiendo que si su padre estaba allí… eso no era un juego. Ellos irían con todo por obtener lo que el Señor Oscuro había ordenado.



—¿Dónde está Sirius?– preguntó Harry.



Varios mortífagos rieron; una áspera voz de mujer surgió de entre las oscuras figuras, hacia la izquierda de Harry, y sentenció con tono triunfante:



—¡El Señor Tenebroso nunca se equivoca!



—No, nunca– apostilló Malfoy con voz queda. —Y ahora, entrégame la profecía, Potter.



—¡Quiero saber dónde está Sirius!



—«¡Quiero saber dónde está Sirius!»– se burló la mujer que estaba a su izquierda. Ella y el resto de los mortífagos se habían acercado más a Harry y a sus amigos, de los que ahora solamente los separaban unos palmos, y la luz de sus varitas deslumbraba a Harry.



Un sudor frío recorrió la columna de Draco, aquello era peligroso, demasiado peligroso si esa maldita loca estaba suelta y siguiendo órdenes de su amo.



—Sé que lo han capturado– afirmó él tratando de no hacer caso de la creciente sensación de pánico que notaba en el pecho, el terror que había estado combatiendo desde que habían puesto un pie en el pasillo de la estantería número noventa y siete. —Está aquí. Sé que está aquí.



—El bebé se ha despertado asustado y ha confundido el sueño con la realidad– dijo la mujer imitando la voz de un niño pequeño. Harry notó que Ron, que estaba a su lado, se movía.



—No hagas nada– murmuró Harry. —Todavía no…




La mujer que lo había imitado soltó una ruidosa carcajada.



—¿Lo han oído? ¿Lo han oído? ¡Está dando instrucciones a los otros niños, como si pensara atacarnos!



¡Dioses! ¿Cómo iba a sacar a Potter de una pieza de allí? Debía pensar y pensar rápido antes de que los mortífagos se pusieran creativos.



—¡Ah, tú no conoces a Potter tan bien como yo, Bellatrix!– exclamó Malfoy quedamente. —Tiene complejo de héroe; el Señor Tenebroso ya lo sabe. Y ahora dame la profecía, Potter.



Tríada (DraTomArry).©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora