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No te extraño.
Bueno...si.

Te extraño a ti y todo de ti.

Extraño tu cabellera en la que se envolvían miles de sueños.

Extraño tu mirada y como en ella podía ver más allá de mi reflejo, logrando encontrar todo un universo entero, con todo y profundas y enormes nebulosas.

Extraño tu boca, la cual recitaba pequeñas palabras en las que encontraba calma.

Extraño tus abrazos, tan cálidos y tan tuyos como míos, en los que podía pasar un invierno sin frío y un verano sin calor.

Extraño la escencia de tu alma, tal que deslumbraba mucho más que el sol de los domingos por la mañana.

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