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Me hablaba de la inmensidad y profundidad del universo, nebulosas, constelaciones y hoyos negros.
No entendía nada hasta que me perdí en su mirada.

Me hablaba de la magia de la música, de como una sola canción compuesta con las notas musicales específicas podían calmar su tormento.
No entendía nada hasta que le escuché hablar.

Me hablaba de de amor y no entendía nada, incluso me negaba a hacerlo hasta que le conocí.

Ahora le hablo de poesía y no me entiende, solo hace falta que se vea con los mismos ojos con los que le veo para que entienda como el café de sus ojos es ese café que me causa desvelos, y que su sonrisa es la que me causa taquicardias.

Solo hace falta explícrale  a través de poesía en todos los idiomas cuánto le amo, tal vez así logré entenderme  un poquito.

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