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Manuel besaba a Micaela en los labios saboreando su labial rojizo. Luego bajó a mordisquear su cuello sintiendo su aroma a cerezas.

Iba deshaciendo sus prendas una por una, Manuel se excitó otra vez al ver sus desnudos pechos.

Eran perfectamente grandes y suaves a la hora de masajearlos, Manuel lamía y chupaba los pezones de la peruana e incluso se divertía jugando con ellos porque los masajeaba y los frotaba entre ellos.

Micaela en cambio solo se reía excitada por la forma en como el chico se divertía con sus senos. Le parecía tan tierno verlo como si fuera un niño pequeño aún por amamantar, es como si sintiera un enfermizo sentimiento maternal y placer al mismo tiempo.

— ¿Mamá por qué eres tan hermosa?, me estás enloqueciendo

— Porque me gusta traerte loquito por mí, Manuelito, quiero que seas adicto a mí, si me dejas ser tu mami te criaré con todo mi amor y afecto, ¿eso te gustaría?

A Manuel le brillaban los ojos de la emoción y asentía muchas veces como perrito viendo un hueso.

Al final terminaron haciendo el amor toda la tarde. En la habitación en la sala, en la cocina y en todo rincón de la casa que sea posible.

Manuel estaba depresivo al principio pero desde que llegó Micaela se sentía más feliz que nunca. Ya no le importaba si su padre le gritaba o pegaba porque mientras lo hacía Manuel solo pensaba en el bello cuerpo de su madre y eso le bastaba para sentirse loco de lujuria y feliz.

Cuando Ethan regresaba a casa, vio a Micaela preparando la cena en la cocina. Ella tenía un vestido aflorado el cual dejaba expuesta sus esbeltas y morenas piernas.

Ethan la abrazaba por detrás sorprendiéndola. Pero ella no correspondía en absoluto.

— Te tengo una sorpresa

— ¿Cuál es?

— Ya estamos casados y te llevaré de luna de miel a Hawaii —Le susurraba en su oído.

— Me mentiste...

— Oh tenía que hacerlo, que pasaba si decías que no en el momento del Sí acepto

— Podrías haber respetado esa decisión

Ethan empezó a reírse con sarcasmo.

— No me hagas reír, yo te mantengo junto al bastardo de Manuel y lo menos que puedes hacer es aceptar mi amor por ti en el matrimonio, de todos modos no hay nada que puedas hacer, así que escúchame bien —Ethan la tomaba del brazo fuertemente— eres mi esposa ahora y vas a obedecer todo lo que te diga ¿me oíste, peruanita?

— Basta...me estás lastimando —Micaela se quejaba.

— ¡He dicho SI ME OISTE O NO! —Le gritaba a su oído.

— ¡Sí, Ethan, por favor suéltame...! —Se quejaba queriendo llorar.

Y Ethan la tiró al suelo haciendo que Micaela gima de dolor.

Ella lo miraba atemorizada tratando de reincorporarse.

— Ahora sé una buena esposa y sírveme la comida, también quiero que planches mi uniforme y limpies el cuarto, ¿me escuchaste?

— Sí, Ethan...

...

A la mañana siguiente Micaela preparaba temprano el desayuno para Manuel quien se iba a la universidad.

Curiosamente ella fue sorprendida por él al abrazarla por detrás. Incluso Micaela se dejó besar en su cuello por él y de ahí volvió a besar sus labios con pasión.

— Ya estaba a punto de ir a despertarte —Decía ella riéndose.

— A la próxima me quedaré dormido entonces —Agregó con sensualidad besando su mejilla

— Hay algo que te tengo que decir...

— ¿Qué pasa?

— Soy oficialmente la esposa de tu padre y quiere que nos vayamos de luna de miel a Hawaii

Manuel atónito sintió un pequeño nudo en su garganta.

— ¡Noo, noo por favor, no vayas...no aguantaría el hecho de imaginar que vas a estar haciendo el amor con él eso me llena de tantos celos! —Decía abrazándola— ¡Al menos dime que me quieres más a mí que a él, por favor!

— Awww Manu, voy a estar pensando en ti todo el tiempo, lo prometo, y antes de dormir me masturbaré pensando en ti, ¿ eso quisieras?

— Siii por favor, te amo mucho, madre... —el chileno la besaba con desesperación.

Y al final terminaron por hacer el amor en la cocina.

Tú me entiendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora