Capítulo 5. Que sea un secreto.

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Aizawa —Hazlo rápido si lo harás, no tengo todo el tiempo del mundo para esto.

Kirishima miró hacia la puerta un momento. Se sentía nervioso y un poco asustado, nadie podía enterarse de esto, y mucho menos Bakugo o sería asesinado por sus propias manos. Solo quería protegerlo. Suspiró pesado y volvió su vista hacia el mayor. Sus manos se movieron sin temor, acariciando suavemente la zona y brindándole un pequeño apretón en el miembro. Se deshizo de los pantalones rápidamente y su rostro palideció al ver lo grueso que era el falo ajeno.

Aizawa —¿Qué? ¿Te asusta?

Se burló para luego tomar su ropa interior y bajarla, dejando a la vista su miembro. Con su diestra lo tomó desde la base y sin siquiera dejar al menor prepararse mentalmente, golpeó las mejillas de este con su extensión. Kirishima entendió al instante la situación en que se había metido, pero no le importaba mientras eso protegiera al rubio cenizo. Abrió su boca y tragó el falo sin vergüenza, usando sus manos para cubrir lo restante.
Su lengua recorría la zona con delicadeza delineando cada vena que el miembro presentaba. Succionó unos segundos antes de lamer la punta como si de un helado se tratase. Las mejillas del pelirrojo estaban rosadas y sus ojos se mantenían cerrados y levemente apretados.

Aizawa —Parece que es tu primera vez, te enseñaré a hacerlo. Abre la boca.

El menor hizo caso rápidamente y solo sintió tranquilidad un segundo mientras Aizawa posaba sus manos tras su nuca, luego de eso, comenzó el ataque. Aizawa movía sus caderas con brusquedad, follando la boca del menor sin piedad alguna. Su polla salía y entraba con velocidad golpeando la garganta de su acompañante repetidas veces. Kirishima era un buen chico. Estaba allí con sus labios rosa, sus ojos apretados y su boca abierta aguantando las arcadas y manteniendo la compostura.
No hizo falta mucho más tiempo para que Aizawa finalmente sintiera su límite, hundiendo su extensión por completo en la boca de su alumno dejó salir aquel chorro de semen que prontamente escurría por sus labios.

Aizawa —Oh, mierda.

Se quejó hundiéndose un poco más, notando los ojos llorosos del menor y sintiendo las manos de este empujarlo hacia atrás para que le dejara respirar. Aizawa le soltó unos pocos segundos después y Kirishima comenzó a toser, sin embargo, recobró la compostura rápidamente y tragó toda la esencia. Quería ser útil. Debía ser útil.

Aizawa —Eres un buen chico.

Mencionó mientras se limpiaba y ordenaba su ropa. Kirishima tragó saliva y asintió levantándose del suelo con una notoria erección en sus pantalones.

Kirishima —Aizawa Sensei, debe prometer que no le dirá nada a Bakugo y que lo ayudará.

Aizawa —Yo no falto a mi palabra, mocoso. Nada saldrá de mi boca si sigues viniendo aquí a complacerme.

Kirishima —Bien, entonces eso es todo.

Aizawa —Alto.

Kirishima enarcó una ceja y detuvo sus pasos, pues, ya estaba en camino a la puerta para retirarse.

Aizawa —No eres tú quien decide cuando acaba, soy yo. Ahora mismo veo que tienes un problema en tus pantalones y yo justamente tengo algo por aquí que puede servir.

Mencionó acercándose a su escritorio y sacando un vibrador de uno de sus cajones. Se lo lanzó al menor y le guiñó un ojo mientras tomaba asiento.

Aizawa —Siéntate allí, baja tus pantalones y muéstrame lo que sabes hacer.

Eijiro tragó saliva duramente una vez más, tenía un vibrador completamente nuevo en sus manos y podía imaginar lo que su profesor quería que hiciera.

Kirishima —Yo... Soy virgen. No puedo hacerlo, no entrará.

Aizawa —Llévalo a casa para practicar entonces. Muéstrame como te masturbas.

El rostro del menor enrojeció aún más y asintió. Tomando asiento en una de las sillas luego de haber bajado su ropa inferior. Su miembro estaba duro y definitivamente ya había soltado el líquido pre seminal. Envolvió el falo con su diestra y comenzó a moverla con suavidad. Echó su cabeza hacia atrás con sus ojos cerrados y trató de pensar en algo que lo calentara. Bakugo apareció en sus pensamientos. Intentó detener sus movimientos pero no pudo evitarlo, su miembro había despertado incluso más luego de la erótica imagen que su cerebro había creado para su deleite.

Apenas conocía al rubio cenizo pero al igual que Aizawa, llamó su atención al instante. Para Kirishima estos sentimientos eran más románticos que sexuales, pero en la situación que se encontraba no pudo evitar pensar en ese rostro arrogante con una expresión de placer. Mejillas rosadas, lengua afuera y con falta de aire. Kirishima imaginaba a Bakugo saltando sobre él y a la par sus movimientos se hacian más bruscos y veloces. Apretó incluso más su agarre para imaginar el interior del rubio cenizo, pues, imaginaba que al igual que él, debía ser virgen.
El pelirrojo había visto porno otras veces, sabía bien lo que estaba haciendo y sabía perfectamente cómo imaginar a su amigo en posiciones comprometedoras. Solo bastó un momento para que el semen del menor se hiciera presente y por fin detuviera sus movimientos desesperados.

Aizawa —Parece que tu imaginación hizo todo el trabajo.

Aquella voz hizo que Kirishima volviera a la realidad. Soltó su falo con rapidez y trató de cubrirse mientras miraba al mayor con desdén. Aizawa se levantó para entregarle un poco de papel para que se limpiase, sin embargo, no era simplemente esa su intención. Se agachó un poco para quedar cerca de su oído y susurró.

—Aizawa —Supongo que proteges al idiota porque quieres ser tú quien le folle el culo primero. Bien jugado... Por ahora.

Dicho eso, salió de su propia oficina y dejó al menor en aquel lugar limpiándose. Quizás el menor había sido demasiado obvio. Chasqueó su lengua mientras arreglaba su ropa. No importaba mientras Bakugo se mantuviera a salvo de sus garras. No era de su incumbencia si quería follarse al rubio cenizo.

Kirishima había pensado en él de manera sexual esta vez. Aún no se daba cuenta pero ya había caído en el juego del pelinegro.

CONTRATO SEXUAL. [AizaBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora